Dicen que los clásicos no pasan de moda, pero es que, además, pueden modernizarse. Por eso, hoy hablamos de cómo hacer una adaptación de un libro clásico y cómo darle una nueva vida a historias por todos conocidas.
Las adaptaciones suponen un reto creativo. No es sencillo coger una obra clásica y llevarla a tu terreno, dándole un toque personal que la actualice, pero que, al mismo tiempo, mantenga su esencia y sea reconocida.
Así que si estás pensando en hacer una adaptación de un libro clásico, bien sea literaria, audiovisual o teatral, sigue leyendo porque tenemos los consejos que necesitas.
¿Por qué adaptar un libro clásico sigue siendo relevante?
Hay clásicos que se adaptan y actualizan una y otra vez y de maneras diferentes. Un ejemplo sería el Romeo y Julieta de Shakespeare, Orgullo y Prejuicio de Jane Austen o La Odisea de Homero.
Obras que han tenido segundas y terceras vidas en el cine y también en las estanterías, como cuando Sam Gold renovó la historia de los enamorados y la llevó a Broadway.
¿Por qué hacerlo? ¿Por qué coger algo que ya existe y no crear algo nuevo? Hay muchas razones, y sobre todo beneficios para hacerlo:
- La obra ya se conoce, por lo que llega más fácilmente al público. Una adaptación no necesita presentar una historia y unos personajes, sino que el hecho de ser una reinterpretación ya llama la atención y resulta reconocible. Por esta razón, grandes plataformas audiovisuales producen series y películas basadas en best sellers, sabiendo que un alto porcentaje de lectores se convertirán en espectadores.
- Incluso quienes no han leído ni leerán los clásicos, quieren conocerlos. Las adaptaciones actúan como un puente para esas personas. Así, mucha gente no leerá nunca La Odisea, pero acudirá al cine a ver la versión de Christopher Nolan.
- Permiten hacer una revisión, a veces crítica, de historias que ya no encajan en la moral social. Por ejemplo, Orgullo y Prejuicio es una obra que tiene sentido en su época y que ahora sería vista como machista y clasista. Una adaptación permitiría darle la vuelta, reflexionar y hacerla más “adecuada” a los ojos de un público preocupado por la ética, la inclusión y la corrección política.
- Facilitan la comprensión de obras clásicas que, de otro modo, resultan complejas. Esta es la razón principal por la que muchas adaptaciones se dirigen a un público infantil o adolescente. El objetivo no es solo reinterpretar la obra, sino hacerla más accesible.

Diferencia entre adaptación, inspiración y versión libre
Antes de seguir con nuestra guía sobre cómo hacer una adaptación de un libro clásico, conviene distinguir de qué hablamos cuando hablamos de adaptación.
- Una adaptación toma el texto y la obra originales y parte, con mucho respeto, de ahí. Aunque haya cambios, no se escribe algo nuevo y se mantienen los hechos, personajes y detalles principales. Por ejemplo, una adaptación infantil de El Quijote no cambia la historia lo más mínimo, simplemente la reduce para hacerla más corta y utiliza un lenguaje más sencillo. También puede ocurrir que en una adaptación teatral de La Odisea, por cuestiones de espacio, tiempo y presupuesto, no haya tantos personajes ni un barco enorme. No obstante, sigue basándose en el texto homérico, solo que adaptándose a los medios y objetivos concretos.
- Una versión libre también es, hasta cierto punto, una adaptación, pero se aleja mucho del texto, sin tener que justificarlo. Es decir, los cambios no se deben a los recursos disponibles, sino a cuestiones creativas. El autor que adapta quiere coger algunos aspectos del texto original, pero sin “cerrarse” a ellos e incluso ampliándolos. Un ejemplo sería Wicked, que coge el clásico del Mago de Oz para reinterpretar la figura del villano y explorarla desde un punto de vista más adulto y crítico con cuestiones como la radicalización.
- Una obra inspirada en otra coge “algo” y ese “algo” le sirve como punto de partida para crear algo totalmente diferente. Aunque no sea literario, un buen ejemplo es la película de Titanic, que se inspira en un evento real para crear una historia totalmente ficticia.
¿Cómo elegir la obra adecuada para adaptar?
Existen muchos textos clásicos interesantes y relevantes entre los que elegir. Sin embargo, no todos son iguales y, a la hora de elegir uno, hay maneras de buscar y encontrar el adecuado.

Elegir obras clásicas y conocidas
Para entender a qué nos referimos con obras “conocidas”, vamos a poner un ejemplo muy sencillo.
William Shakespeare escribió decenas de obras teatrales, pero nunca adaptarías La fierecilla domada o Como gustéis, aunque sean suyas, sino que elegirías Hamlet o El Rey Lear. ¿La razón? Son obras reconocidas por el público y que favorecen esa incursión en el mercado, aprovechando el “tirón”.
Por lo tanto, a la hora de hacer una adaptación de un libro clásico, asegúrate de que este libro es conocido por el público general y que, además, adaptarlo es significativo. Con esto queremos decir que debes aportar algo diferente (porque trasladas la historia a la modernidad, porque la exploras desde un nuevo punto de vista, porque la haces accesible al público).
Búsqueda de obras y autores de dominio público
Una cuestión que hay que considerar es poder, legalmente hablando, hacer la adaptación. Lo normal es que acudas a obras antiguas de hace años o incluso siglos, porque una novela publicada en los 2000 no cumpliría fácilmente con el criterio de relevancia ni sería un clásico.
Lo bueno de las mayorías de obras clásicas es que, al ser tan antiguas, son de dominio público. Esto quiere decir que, al haber muerto hace tanto sus autores, ya no existen derechos sobre el texto y, siempre que se respete y no se copie, puede adaptarse.
Por ejemplo, las adaptaciones infantiles de El Quijote no tienen que pagar derechos de autor a Cervantes o sus herederos. Lo mismo ocurre con El Lazarillo de Tormes no solo por su antigüedad, sino por ser anónima.
Generalmente, una obra pasa a ser de dominio público 70 años después de la muerte del autor (80 en caso de los autores fallecidos antes del 7 de diciembre de 1987).
No obstante, que no haya que pedir permiso para usar la obra ni pagar derechos, no quiere decir que no haya límites en la adaptación. Siempre hay que reconocer la autoría original y la integridad de la obra.
Claves para reinterpretar un clásico sin perder su esencia
Empieza ahora la parte más compleja de hacer una adaptación de un libro clásico que es ponerse a escribir. Un ejercicio de creatividad que podría parecer sencillo porque el texto, en cierto modo, ya está escrito, pero que implica reinterpretar, renovar y aportar algo distinto.
Por lo tanto, hay que tener claro qué se necesita para hacer una buena adaptación y que esta tenga éxito como nueva propuesta literaria, y no como una mera copia.

Contextualización y actualización del mensaje
Como hemos comentado, al hacer una adaptación de un libro clásico hay que aportar algo nuevo y actualizar, de alguna manera, el mensaje. Podemos hacerlo más accesible o más relevante en la era actual.
Por ejemplo, la de Romeo y Julieta es una historia sobre el enfrentamiento de familias opuestas en la Italia del siglo XIV. Hoy en día parece algo anticuado y que no ocurre, pero ¿es eso cierto? Hay familias que, por su clasismo, racismo u homofobia, se oponen a ciertas relaciones o matrimonios.
El Quijote también parece algo del pasado, pero, desde una visión más actual, podría seguir explorando cuestiones como la locura, los prejuicios o la necesidad de escapar el mundo real.
En definitiva, una gran manera de hacer una adaptación de un libro clásico es contextualizarlo en el momento actual, haciendo una crítica o reflexión sobre si realmente es algo tan ajeno. Es, por lo tanto, importante que en esa contextualización el mensaje vuelva a tener sentido y que demostrada su universalidad y atemporalidad.
Cambios en personajes, escenarios y conflictos
Lógicamente, para modernizar el clásico hay que hacer algunos cambios en personajes, escenarios y conflictos, principalmente. ¿Cómo? Te damos algunas pautas.
- No te alejes demasiado: no se trata de inspirarte, recuerda, sino de que los personajes, conflictos y escenas sigan siendo reconocibles. Por ejemplo, en lugar de desde el balcón, los Romeo y Julieta modernos podrían hablar en una videollamada, pues esta es la manera actual, de romper las distancias y saltarse el castigo de no verse.
- Define tu enfoque: esto implica definir también tu objetivo, pues no es lo mismo querer hacer accesible un texto antiguo y complejo, que querer modernizar a unos personajes o hacer que el público reflexione (como pasa con Wicked).
- Haz cambios que sean lógicos: y que tengan un propósito. El respeto al texto original es fundamental y tu libertad creativa debe estar sujeta a lo que es necesario. Por ejemplo, si vas a modernizar y adaptar El Quijote, está claro que el conflicto principal no puede ser un hidalgo que coge su caballo y marcha entre molinos. Sin embargo, quizá sí puede ser un señor mayor con demencia que empieza a recorrer su ciudad y donde hay un Starbucks, él ve una fábrica de café donde te preguntan el nombre para reclutarte.
- Actualiza el contexto cultural y social: un clásico puede ganar fuerza si se traslada a un entorno que dialogue con los problemas actuales. Por ejemplo, trasladar Antígona a un contexto de refugiados o de conflictos políticos contemporáneos permite que el público reconozca los dilemas morales de siempre en un marco que le resulta cercano.
- Juega con los géneros y formatos: cambiar el género narrativo (por ejemplo, de una novela a una fábula) o audiovisual puede aportar frescura. Un drama como Otelo puede reinterpretarse en formato thriller psicológico o incluso en una novela gráfica. La clave es que el conflicto esencial se mantenga, aunque el modo de contarlo se transforme.
- Cuida el lenguaje y los símbolos: actualizar un clásico no siempre significa cambiar solo la acción, sino también el modo en que los personajes hablan o los símbolos que se utilizan deben resonar con el público actual. Por ejemplo, en una versión moderna de La Odisea, Ulises podría no enfrentarse a cíclopes y sirenas, sino a corporaciones multinacionales, redes sociales o fake news.
Aspectos legales: dominio público y derechos de autor
Aunque ya hemos mencionado los límites legales a la hora de hacer una adaptación de un libro clásico, vamos a detallarlos para que no queden dudas y estas no lleven a errores.
- En España, una obra pasa a ser de dominio público 70 años tras la muerte de los autores para aquellos fallecidos después del 7 de diciembre de 1987, u 80 si fallecieron antes.
- El hecho de que una obra sea de dominio público implica que no hay que pagar por adaptarla, lo que la hace totalmente accesible para cualquier escritor. Esto no ocurrió con una novela como Alatriste, quienes han querido hacer adaptaciones (en formato serie, película, cómic), tuvieron que pagar los derechos correspondientes a Arturo y Carlota Pérez Reverte.
- A pesar de estar “abiertas” a adaptaciones, debe respetarse la integridad del texto y la autoría. Esto supone que copiarlas seguirá siendo delito, igual que no citar correctamente la obra como origen para la adaptación. En otras palabras, debes respetar los derechos morales del autor.
- Aunque el texto original de un clásico esté en dominio público, sus traducciones recientes o ediciones críticas pueden estar protegidas por derechos de autor. Es decir, puedes adaptar La Ilíada libremente, pero si usas una traducción publicada hace pocos años, sí necesitarías permiso.
- Igualmente, si basas tu trabajo en una adaptación previa (por ejemplo, una versión cinematográfica o teatral concreta), esa obra sí tiene derechos propios. La libertad solo aplica sobre el original, no sobre versiones posteriores.
- En algunos casos, personajes derivados de un clásico han sido registrados como marca. Conviene comprobarlo si planeas usar esos nombres en productos comerciales.

Ejemplos de adaptaciones exitosas y qué podemos aprender de ellas
Las adaptaciones son muy comunes, sobre todo de libros clásicos que se convierten en producciones audiovisuales.
Vamos a repasar algunas para que nos sirvan de ejemplo.
Orgullo y prejuicio
La obra más conocida de Jane Austen ha inspirado adaptaciones muy diversas.
La película de Joe Wright (2005), con Keira Knightley y Matthew Macfadyen, supo trasladar la esencia romántica y la crítica social de la novela a un lenguaje visual moderno, con una fotografía cuidada y un ritmo narrativo que atrajo a públicos jóvenes sin perder fidelidad al original.
También existen versiones televisivas, como la miniserie de la BBC (1995) con Colin Firth, que se convirtió en referente por su detallismo y su cercanía a la obra literaria.
Al otro extremo, encontramos reinterpretaciones libres como Orgullo, prejuicio y zombis (2016), que mezclan géneros y muestran cómo un clásico puede transformarse en producto pop sin dejar de rendir homenaje a la novela.
Hamlet
Las tragedias de Shakespeare han sido adaptadas incontables veces, y Hamlet es quizá la más prolífica.
La versión de Laurence Olivier (1948) es un clásico del cine británico, con una puesta en escena solemne y teatral.
Kenneth Branagh (1996), en cambio, apostó por una adaptación completa y enérgica, rodada en escenarios lujosos que realzan la universalidad del texto.
Pero quizá la relectura más popular sea El rey león (Disney, 1994), que trasladó el conflicto shakesperiano al reino animal: traición, venganza, dilemas existenciales… Todo presentado en un lenguaje accesible para un público actual, global y, sobre todo, infantil, demostrando que los arquetipos creados por Shakespeare son atemporales.
Por otro lado, tenemos la novela Hamnet de Maggie O’Farrell que se inspira en la obra de Shakespeare y en su vida para crear una narración totalmente nueva.
Frankenstein
Desde su publicación en 1818, la novela de Mary Shelley ha sido una fuente inagotable de adaptaciones.
El Frankenstein de James Whale (1931), con Boris Karloff, consolidó la imagen icónica del monstruo con tornillos en el cuello. Luego, el mismo director hizo una versión libre de la historia en La novia de Frankenstein.
En contraste, el Mary Shelley’s Frankenstein de Kenneth Branagh (1994) buscó acercarse más a la esencia literaria, subrayando el dilema moral del creador y la criatura.
En el teatro, la versión dirigida por Danny Boyle en el National Theatre (2011), ofreció una mirada en la dualidad entre humanidad y monstruosidad.
Cómo hacer una adaptación de un libro clásico y renovarlo
Adaptar un clásico es algo complejo y que requiere respeto, conocimiento y creatividad. Comprender la obra original y buscar una perspectiva novedosa son las dos claves principales.
Luego, llega el momento de la reescritura, en la que es preciso saber qué cambiar y por qué cambiarlo. No se trata de modernizar el clásico haciendo que los personajes tienen móviles, sino de que darles móviles tenga sentido y aporte relevancia.
Afortunadamente, a pesar de los retos, una adaptación tiene potencial para funcionar muy bien en el mercado. Frente a una obra totalmente nueva, una adaptación parte de un conocimiento común, aunque eso también supone grandes expectativas.
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