Hay personajes de la literatura que siempre recordaremos, sobre todo cuando, en principio, deberíamos haberlos odiado por ser “los malos”. Ese es el poder de la creación y desarrollo de antagonistas creíbles, que nacieron para ser temidos o repudiados por los lectores, y terminan convirtiéndose en los favoritos.

Ejemplos hay muchos (Bellatrix Lestrange en Harry Potter, Serena en El cuento de la criada, Hannibal Lecter en El silencio de los corderos…), y todos ellos tienen en común que son personajes antagónicos, pero con una profundidad que los hace interesantes y, de alguna manera, atractivos.

Si alguna vez has leído un libro y, parte de ti, quería que el malo no fuese descubierto y que consiguiese salirse con la suya, no es porque te falle la moral, sino porque el escritor ha hecho un gran trabajo en la creación y desarrollo de antagonistas creíbles.

Así que si tú también quieres hacerlo, tendrás que leer nuestra guía y aprender a construir villanos que dejen huella.

 

 

¿Qué hace que un antagonista sea creíble y memorable?

Los estereotipos rodean nuestro día a día, también nuestra escritura. Es por ello que, a veces, resulta complicado esquivarlos.

Sin embargo, sabemos que escribir sin prejuicios, profundizando en la psicología de los personajes, es lo que los hace memorables. Esto aplica más si cabe a la creación y desarrollo de antagonistas creíbles.

Escapar del estereotipo del “villano” que hace el mal por hacer, es crucial para no quedarse en la superficie.

Un escritor debe crear personajes que parezcan reales - coollibri.es
Un escritor debe crear personajes que parezcan reales – coollibri.es

 

 

Más allá del villano genérico

Un antagonista no tiene por qué ser un villano. Sobre todo cuando pensamos en “villano” como el malo de las películas Disney, como ese Gastón egoísta y pretencioso que acosa a Bella y quiere matar a la Bestia. O como la fea Úrsula que envidia la belleza de La Sirenita. 

Porque la realidad es que son muchas las diferencias entre el antagonista y el villano cliché:

  • Un villano cliché no tiene un trasfondo. Es malo y punto, pero sin explicarse sus motivaciones o simplemente su pasado. Se queda como un personaje totalmente plano cuya única función es ser el contrario del protagonista.
  • Un antagonista no se limita a ser todo lo que no es el protagonista, sino que tiene una profundidad emocional y psicológica. Sus emociones van más allá de oponerse a las del protagonista (por ejemplo, un antagonista no es egoísta solo porque el protagonista es generoso, sino que lo es por su educación, sus traumas, su estatus social…). 
  • Un antagonista creíble se desarrolla durante la obra, mostrándose cómo ha evolucionado y por qué es como es. 
  • Un villano existe por y para el protagonista, de modo que este sea visto como “mejor”. No obstante, un antagonista es casi un protagonista en sí mismo, o podría serlo, existiendo por sí mismo y no solo en el conflicto.

De manera resumida, un villano cliché solo es villano, mientras que un antagonista creíble tiene profundidad y su papel es más que hacer el mal.

 

Personajes con motivaciones, debilidades y profundidad psicológica

Los antagonistas que recordamos son profundamente complejos. Aunque sean muy malos y lo que hacen genere un rechazo total (como haber asesinado), el lector logra conocerlos.

Por supuesto, dotarlos de motivaciones o debilidades no es un medio para justificarlos o para minimizar lo que hacen o dicen. Pero sí es una forma de construirlos como a cualquier otro personaje memorable, evitando que sean una caricatura de todo lo que es rechazable a nivel social.

De alguna manera, cuando hablamos de la creación y desarrollo de antagonistas creíbles, hablamos de darles un porqué. Ese porqué puede ser totalmente inaceptable (el racismo) o difícil de comprender (la psicopatía), pero debe aparecer para no encontrarnos ante un personaje plano, sin objetivos y sin más interés que generar un conflicto para que el protagonista destaque.

Un ejemplo de un antagonista complejo es Serena Joy, de El cuento de la criada. Serena aparentemente es mala. Maltrata a la protagonista y es una de las culpables directas de que se haya impuesto un sistema que explota a las mujeres y se basa en clasismo, racismo y misoginia. Sin embargo, según avanza la novela, la vemos como algo más. Somos testigos de sus debilidades, de sus frustraciones y de sus motivaciones para haber hecho lo que ha hecho, aunque esto siga siendo inconcebible y condenable.

No solo eso, sino que, como vamos a ver, hay antagonistas que no son para nada malos y que incluso terminan convirtiéndose en amigos o protectores del protagonista.

 

 

Tipos de antagonistas y sus características

Aunque cuando pensamos en antagonistas suelen venirnos a la cabeza personas humanas que se contraponen de manera frontal a los protagonistas, la realidad es que son muchos más los tipos.

Todo depende, como ya hemos mencionado, de sus motivaciones y de quiénes sean no solo respecto al protagonista, sino respeto a sí mismos o incluso al mundo ficticio en el que se desarrollan.

Para comprobarlo, vamos a hacer un repaso de los tipos de antagonistas más utilizados en la literatura, viendo su comportamiento dentro de la trama.

Tipos de antagonistas y sus características - coollibri.es
Tipos de antagonistas y sus características – coollibri.es

 

 

 

Villano clásico

Un villano que, por clásico, no tiene por qué ser cliché, tal y como hemos visto.

Este tipo de antagonista, sin embargo, sí responde a ciertos parámetros clásicos, como es su confrontación directa con el protagonista o unas motivaciones que le llevan siempre a hacer el mal.

Es una tipología muy útil cuando se busca explorar temas como el bien y el mal, la muerte y la vida… Es decir, temas que son antagónicos y que, por lo tanto, necesitan un villano “en toda regla”. 

Algunos ejemplos de villanos clásicos son: 

  • Drácula

 

  • Lex Luthor

 

  • Lady Macbeth

 

  • Darth Vader

Como vemos, dentro de este grupo de villano clásico cabe la profundidad psicológica. Simplemente, esta se describe para demostrar la falta de remordimientos, por ejemplo. No obstante, un villano clásico puede tener sus motivaciones (la traición y la sed de poder de Darth Vader, la psicopatía aterradora de Hannibal Lecter, la envidia y el egoísmo de Lady Macbeth).

 

 

Antagonista cotidiano

Son personas aparentemente normales que incluso, a veces, son malas sin querer. El hecho de ser cotidianos los hace creíbles, ya que el lector empatiza con ellos o, como mínimo, los identifica con personas de su alrededor.

Un buen ejemplo de antagonista cotidiana es Emily de El diablo viste de Prada. Un personaje que supone un desafío constante para la protagonista, aunque evoluciona hasta convertirse en su amiga. No obstante, en un comienzo no la ayuda y la humilla, una actitud soberbia que muchas personas se han encontrado en su día a día o en sus trabajos.

Algo común también a los antagonistas cotidianos es que, al ser prácticamente iguales que el protagonista, anhelan lo mismo. Estaríamos ante un “rival”. En el caso de Emily, es ser la favorita de la jefa, pero también puede ser que tengan un mismo interés romántico (Jacob y Eduard en Crepúsculo) o que aspiren al mismo sueño.

Este antagonista cotidiano “rival” quizá no es realmente malo ni desea que pase nada malo; simplemente tiene los mismos objetivos que el protagonista y esto genera una competición entre ellos.

 

 

Antagonista colectivo

Como su propio nombre indica, este antagonista no es un ser único, sino un conjunto. Este conjunto puede ser de personas (por ejemplo, un sistema político opresor como el de Los juegos del hambre) o un entorno, es decir, la unión de fuerzas naturales o mágicas (por ejemplo, el mar y la ballena en Moby Dick).

Generalmente, este antagonista colectivo suele tener un representante, como es el caso de Snow en Los juegos del hambre o la propia ballena en Moby Dick. Así, el escritor lo tiene un poco más fácil para explorar en la psicología de un personaje individual y no es un conjunto.

 

 

Antagonista interno

Es un antagonista que parece difícil de comprender, pero que con ejemplos se ve claramente.

Un antagonista de este tipo es el conflicto interno al que se enfrenta un protagonista que no sabe bien qué hacer. Puede ser un antagonista recurrente que aparezca durante toda la novela, o solo durante unas escenas concretas.

Un ejemplo es el orgullo de Harry Potter que le lleva a querer hacer las cosas solo, a desconfiar o a no dejarse ayudar. 

 

Perseguidor

El perseguidor es un tipo de antagonista que encontramos en las novelas de misterio y que suele generar mucho suspense e intriga.

Su función es perseguir al protagonista y estar siempre pisándole los talones. Esta imagen de que siempre está a punto de pillarlo y de producirse el enfrentamiento final, se convierte en una trama en sí misma.

 

 

Antagonista ético

Dentro de esta tipología de antagonista hay diferentes subtipos. De manera general, diríamos que engloba a todos esos personajes que cuestionan al protagonista y le impiden continuar cuando este decide hacer algo inmoral. 

El ejemplo más claro de un antagonista ético es Pepito Grillo, esa voz de la conciencia que, cuando el protagonista encuentra una solución, le dice “no” porque esta no es ética.

Por supuesto, tiene una función positiva y, hasta cierto punto, muy necesaria para que el protagonista siga siendo “el bueno”. No obstante, supone un bache en la trama y, como tal, es antagonista.

De hecho, un subtipo del antagonista ético es el protector. Su oposición al protagonista tiene una función de defensa. En algunos momentos de Harry Potter, Hermione cumple esa función antagónica. 

Sin embargo, un mejor ejemplo de antagonista ético y protector es Marilla Cuthbert en Ana de las Tejas Verdes.

 

 

Anti-villano

Este tipo de antagonista es muy interesante y puede dar mucho juego a nivel de creación literaria. Es similar a un antihéroe en cuanto a su concepción, aunque contrario, ya que el antihéroe es ese héroe que no responde a las características típicas. El antivillano es un villano que tampoco tiene todos los rasgos de villanía.

Es decir, es un villano que intenta ser bueno o hacer el bien, solo que los medios que utiliza para ello no son los más adecuados. Serena Joy podría ser un buen ejemplo de ello. Ella realmente piensa que con el régimen de Gilead todo sería mejor y los problemas que se estaban atravesando a nivel de natalidad o contaminación se resolverían.

En definitiva, se ve como una heroína, aunque no lo es. Sin embargo, esa contraposición entre lo que es, lo que piensa que es y lo que se percibe que es, permite desarrollarla con una gran profundidad y detalle.

 

Estrategias para la creación y desarrollo de antagonistas creíbles

Hemos visto cómo son muchas las posibilidades en la creación y desarrollo de antagonistas creíbles. Ni todos tienen que ser malos durante toda la novela, ni todos tienen que ser humanos o planos.

Ahora es momento de centrarnos en estrategias y dinámicas creativas para construirlos y darles la importancia que deben tener.

Toda escritura es un viaje de descubrimiento - coollibri.es
Toda escritura es un viaje de descubrimiento – coollibri.es

 

 

La importancia de la profundidad psicológica y la historia sólida

Si se trata de crear a un personaje memorable, bien sea un protagonista, un antagonista o un secundario, hay que construirlos con detalle, otorgándoles una personalidad que vaya más allá de su función en la trama.

Por ejemplo, un antagonista puede ser protector, pero ¿por qué lo es? ¿Qué le llevó a querer defender y proteger al protagonista a toda costa, hasta el punto de alejarlo de su misión?

Hay muchas respuestas, desde que es una madre preocupada, hasta que siente que se lo debe porque en un pasado le falló o no lo protegió como debería. Este último ejemplo es el de Snape en Harry Potter. A veces actúa “mal” e impide el desarrollo de personajes y de la trama, pero es porque quiere proteger a Harry como no pudo proteger a su madre.

La cuestión, por lo tanto, es cómo dotar al antagonista de motivaciones y conflictos internos. Aquí presentamos algunas estrategias:

  • Escribe su historia: el pasado nos marca como personas, algo que también les ocurre a los antagonistas literarios. Un trauma no resuelto o una infancia llena de violencia explica ciertos comportamientos. Tener claro cuál es el pasado de estos “villanos” es fundamental para un autor que quiere dotarles de emocionalidad. Aunque esa psicología del antagonista no aparezca íntegramente en la novela, guárdala para ti.

 

 

  • Otórgale humanidad y realismo: si el antagonista es una persona, o incluso si no lo es, deja ver algo que, aunque lo haga malvado, demuestre cierta humanidad o de realismo. Esas luces y sombras le harán más creíble y verosímil. Hannibal Lecter, por ejemplo, es un asesino, pero también una persona educada, y es ese contraste que ha despertado siempre tanto interés hacia su personaje.

 

  • Narra desde su perspectiva: las novelas en las que el antagonista es narrador permiten conocerle mejor, además de ser un recurso muy interesante para aportar dinamismo a la trama.

 

 

Ejercicios de escritura creativa para crear antagonistas memorables

Si necesitas dar un paso más y ponerte a escribir a tus antagonistas creíbles, te proponemos algunas actividades para salir de tu bloqueo creativo y dotar de profundidad a estos “villanos”.

  • Escribe una historia en la que sean protagonistas: es la mejor manera de dotarles de complejidad que tendría cualquier otro protagonista. Suele ser más difícil porque, al ser malos o realizar acciones que rechazamos, nos cuesta darles ese lugar. Sin embargo, es la clave para construir su historia, además de un ejercicio de escritura bastante entretenido y que puede llevarte a desarrollar un nuevo estilo.

 

  • Crea un monólogo de tu antagonista: como si fuese una especie de confesión, escribe en primera persona lo que tu antagonista diría para explicar por qué es como es o por qué hace lo que hace. No hagas que se justifique, simplemente que explique por qué no nada malo en lo que hace, o por qué, aun viéndolo, sigue haciéndolo. 

 

  • Crea el momento que lo cambió todo: la historia de tu antagonista estará llena de “momentos”, pero escribe sobre uno muy concreto. Un ejemplo sería Erik de El fantasma de la ópera. El rechazo general por su rostro, pero especialmente el de Christine, determina su maldad.

 

  • Haz una lista de los límites del antagonista: a pesar de su comportamiento, ¿qué no haría nunca tu antagonista? Hacer un listado de esas “líneas rojas” te ayudará a cuestionarte su comportamiento, qué le hace un poco más humano o qué le haría cambiar.

 

Errores comunes en la creación y desarrollo de antagonistas creíbles y cómo evitarlos

El hecho de que, generalmente, hemos visto a los malos como simplemente malos, hace que cometamos errores de escritura en la creación y desarrollo de antagonistas creíbles.

Los más comunes, y la manera de evitarlos, son:

  • Falta de coherencia: un antagonista, sea del tipo que sea, necesita un porqué. Aunque esa razón nunca llegue a aparecer en la novela, como autor debes conocerla para escribir sus acciones y no simplemente hacer una crónica o una caracterización plana de ellas. 

 

  • Caer en clichés: hemos visto cómo hay antagonistas que no son malos porque sí, o que si lo son tienen mucho más detrás (como una historia en la que ellos, antes, han sido los agredidos). Es estereotípico que el villano sea villano porque se enfrenta al protagonista por ser el protagonista. Profundiza en sus razones y en sus objetivos y evita crear a un villano de Disney.

 

  • Un poder desmedido: un antagonista también debe tener sus fallos. Estos pueden ser las líneas rojas que no quiere cruzar o algo que, emocional o físicamente, lo debilite. De no haberlo ni desarrollarlo en la obra, la única manera de acabar con ellos será que ocurra algo ilógico o incoherente con la historia. Una especie de deus ex machina en el que el protagonista de repente consigue un arma del que nunca se había hablado y consigue destruir al villano.

 

  • No tener una relación con el protagonista y la trama: el antagonista es mucho más que el contrincante del protagonista, pero está claro que algo debe llevarles a ser “contarios” o suponer un bache el uno para el otro. Puede ser la envidia, el instinto de protección, la ambición o la venganza, pero siempre debe haber algo que entrelace las tramas de uno y otro, de modo que el antagonista influya en la evolución del protagonista y de la trama.

 

 

Ejemplos de éxito en la creación y desarrollo de antagonistas creíbles 

Vamos a terminar esta guía repasando y analizando algunos ejemplos literarios de antagonistas creíbles. Veremos qué los hace memorables y cómo fueron construidos por sus autores.

Ejemplos de éxito en la creación y desarrollo de antagonistas creíbles  - coollibri.es
Ejemplos de éxito en la creación y desarrollo de antagonistas creíbles  – coollibri.es

 

Darth Vader

Uno de los malos malísimos de la historia, pero del que podemos ver incluso su humanidad cuando descubrimos su verdadera identidad y sus motivaciones. 

Pasarse al lado oscuro no es una decisión que tome porque sí, sino por varias circunstancias que se acumulan, como su miedo a perderlo todo y su ambición de poder. 

Pero su relación con el protagonista va mucho más allá del bien vs. el mal o del Lado Oscuro vs. Lado Luminoso. Darth Vader es el padre de Luke, lo que da un significado diferente a una relación que ya no es solo de enemistad. Darth Vader se convierte en lo que Luke podría ser si toma las decisiones equivocadas; una especie de espejo en el que mirarse y a través del que entenderse.

Este antagonista piensa que lo que hace es lo mejor para la Galaxia y para el orden del universo, por lo que sus motivaciones también son claras y tienen una explicación.

 

 

Lord Voldemort

Voldemort es un antagonista similar a Darth Vader. Su relación con Harry Potter tampoco se basa simplemente en uno contra otro, sino que hay un pasado que contextualiza ese enfrentamiento que los une.

J. K. Rowling, además, se preocupó de crear una historia para Voldemort, de modo que su evolución de antagonista resulta lógica y coherente, cumpliendo una función y permitiéndole explorar temas como el abuso del poder, el racismo o una infancia carente de amor y afecto.

Así, Voldemort ha pasado a ser uno de los villanos más memorables del mundo, siendo visto como algo más. No es solo un pilar fundamental para la trama de una de las sagas literarias más épicas y famosas, sino que despierta interés y atractivo para los lectores.

 

 

Serena Joy

El de Serena es un personaje antagónico y sumamente complejo. Es una enemiga “cercana” a June, pues es la representación más directa de Gilead como sistema. 

Sin embargo, Margaret Atwood la desarrolla para que no sea un cliché ni un peón. La dota de motivaciones y también de humanidad, hasta el punto de que, como lectores, llegamos quizá no a entenderla, pero sí a querer entenderla y desear que, aunque Gilead caiga, ella consiga salvarse y cambiar de bando.

 

 

Hannibal Lecter

Un antagonista terrorífico cuyas acciones no tienen justificación. A pesar de ello, es un personaje que fascina a los lectores.

Hubiese sido fácil para el autor crear a un psicópata sin sentimiento y cuyo único papel es ser un asesino despiadado. Sin embargo, explora su psicología y su mente, mostrando cómo funciona y cómo en ellas hay mucho más que violencia o maldad.

Como muchos psicópatas, Lecter tiene una doble cara, y ambas son en cierto modo reales. Esto es lo que Thomas Harris logra mostrar.

 

Coronel Aureliano Buendía

Este es un antagonista que es un protagonista de Cien años de soledad. Como todos los personajes de esta novela de García Márquez, su construcción es compleja.

Lo más curioso de este protagonista es cómo evoluciona de protagonista “bueno” a antagonista “malo”. Por supuesto, hay una escala de grises entre estos extremos, y eso es lo que demuestra la maestría del autor en la creación y desarrollo de antagonistas creíbles.

El coronel va perdiendo sus ideales iniciales y se deja llevar por una falta de propósito. Sin embargo, en este proceso nunca se deja de mostrar su humanidad. Además, al conocer su historia, los lectores logramos empatizar con él y no verlo como un villano.

 

Antagonistas creíbles para una narrativa compleja e interesante

En la narrativa, la creación y desarrollo de antagonistas creíbles es clave para un storytelling envolvente, memorable y alejado de estereotipos.

Un buen antagonista no es solo un obstáculo para el protagonista o un “malo muy malo”, sino una fuerza opositora que impulsa la trama y añade profundidad al conflicto.

Como hemos visto a lo largo de este artículo, los mejores antagonistas son los que tienen motivaciones claras, historias vitales sólidas y debilidades que los hacen humanos, aunque sus acciones sean condenables.

Ya sea un villano despiadado, un rival cotidiano o un sistema opresivo, su presencia desafía al protagonista y lo obliga a evolucionar. 

Solo dotando a sus antagonistas de la misma complejidad y coherencia a que a sus protagonistas, los escritores construyen historias más ricas, dinámicas y emocionalmente impactantes, dejando una huella imborrable en los lectores.

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