Pocas cosas hay mejores que cuando un libro logra sacarte una sonrisa o una carcajada. Esto es algo que los autores consiguen gracias al uso de la ironía y el sarcasmo en la escritura.

Ironía y sarcasmo. Dos conceptos similares, aunque diferentes, pero que cumplen una importante función comunicativa, también en textos escritos.

Desde provocar la risa, hasta despertar una reflexión o causar incomodidad. Un tono irónico o sarcástico ayuda a decir verdades de una manera divertida, incisiva y muy característica, de ahí que se use no solo para narrar, sino para construir personajes.

Así que si eres un autor que quiere jugar con las expectativas del lector, este artículo te va a venir muy bien.

 

 

Ironía vs. sarcasmo: diferencias clave

En muchas ocasiones se utilizan ambos términos como si su significado fuese el mismo. Damos a entender que una persona irónica es una persona sarcástica, pero no. O, al menos, no con exactitud.

Veamos, pues, cuáles son las diferencias entre ironía y sarcasmo y su uso en la literatura.

Lo que más admiro en los demás es la ironía, la capacidad de verse desde lejos y no tomarse en serio - coollibri.es
Lo que más admiro en los demás es la ironía, la capacidad de verse desde lejos y no tomarse en serio – coollibri.es

 

Definición de ironía y sarcasmo

Si adoptamos una visión puramente lingüística y consultamos los dos términos en el diccionario de la RAE, descubriríamos que la ironía es una “burla fina y disimulada”, mientras que el sarcasmo es una “burla sangrienta, ironía mordaz y cruel con que se ofende o maltrata a alguien o algo”.

La diferencia, por lo tanto, está en lo crítica, directa o despiadada que es la burla, siendo la ironía algo más delicada al expresarse con sutilezas y no con brusquedad.

Veamos una misma burla o crítica desde la ironía y desde el sarcasmo. Imagina que alguien llega tarde a una reunión:

  • Ironía: “¡Uy, qué puntual! Seguro que llegaste temprano solo para ayudarnos a preparar todo, ¿verdad?”
  • Sarcasmo: “Mira quién apareció… Justo a tiempo para cerrar la reunión.”

La frase irónica lo es porque hay una contraposición entre lo que se dice textualmente (“¡qué puntual!”, “menos mal que llegaste temprano”) y lo que se dice figuradamente (has llegado tarde y no nos has ayudado a nada).

La frase sarcástica sigue utilizando el lenguaje figurado, pero señala con acritud que la persona ha llegado tarde. Se nota el enfado.

Todo depende, pues, de la intención comunicativa, del tono y del efecto.

 

 

Intención en el uso de la ironía y el sarcasmo en la escritura

Cuando escribimos, igual que cuando hablamos, usaremos la ironía y el sarcasmo según qué queramos expresar y cómo queramos expresarlo. 

De este modo, la ironía suele utilizarse en el estilo narrativo. El autor adopta ese tono para jugar con el subtexto y con lo que el lector sabe. En otras palabras, le da a entender algo contrario o que difiere de lo que textualmente le está diciendo. De ahí que la ironía esté entre las figuras literarias, igual que la metáfora o la comparación.

El sarcasmo también puede aparecer en la voz narrativa, lo que confiere al narrador un tono cruel. No obstante, se utiliza más para caracterizar a personajes.

Al ser el sarcasmo cruel, utilizarlo implica crear un narrador y/o personaje que posiblemente no despierte la empatía del lector, pero que, por eso mismo, resulte único e incluso gracioso. Un ejemplo de ello es el narrador, que es también protagonista, de la novela Los vencejos de Fernando Aramburu, un hombre algo prepotente y que se pasa toda la novela criticando sin filtro.

La ironía, en cambio, no tiene por qué resultar tan violenta ni reprobable. La protagonista/narradora de El descontento de Beatriz Serrano es muy irónica, pero también resulta muy atractiva.

 

 

El uso narrativo de la ironía

Hemos visto que ironía y sarcasmo no son lo mismo, y que la primera se utiliza más en la narración y el segundo en el personaje.

En este apartado vamos a centrarnos en cómo hacer un uso narrativo eficaz de la ironía.

El uso narrativo de la ironía - coollibri.es
El uso narrativo de la ironía – coollibri.es

 

 

 

La ironía como método para desafiar las expectativas

La ironía es, en esencia, lenguaje figurado. Se dice una cosa de un modo que dé a entender justo lo contrario. Ese “qué puntual” para señalar sutilmente la tardanza.

Con la ironía, se crea una especie de “contrato” con el lector, que acepta la ambigüedad deliberada.

Para que se produzca el contrato y la ironía sea efectiva, es fundamental establecer algunos aspectos:

 

  • El contexto cultural e interpersonal entre quien realiza la ironía (es decir, el autor a través de su narrador y/o persona) y la situación o víctima de la ironía. Por ejemplo, en El descontento, Marisa odia su trabajo y su vida, lo que establece ese contexto y justifica la ironía.

 

  • Quién debe detectar la ironía, pues no es lo mismo que deba detectarla el lector que el personaje a quien va dirigida. Imagina a un protagonista que odia a su jefe y piensa que es un incompetente, pero este jefe no sabe que esa es la percepción de su empleado. Un comentario del protagonista a su jefe como “con todo lo que usted trabaja” será entendido como irónico por el lector, porque ese es el objetivo. Sin embargo, si el protagonista y su jefe siempre estuviesen discutiendo, el comentario irónico también sería visto como tal por el jefe, lo que, más allá de causar risa en el lector, podría tener una segunda función dentro de la trama.

 

  • Quién realiza la ironía, ya que debe tener sentido. Este sentido lo da el contexto, pero también cómo se ha caracterizado al personaje o narrador irónico. Si, de repente, se incluye un comentario irónico que no ha sido correctamente introducido, se perderá su intencionalidad. Es fundamental que la ironía forme parte de la narración desde el principio o que, al menos, se establezca cuáles son las situaciones o personajes que van a despertar esa visión. Por ejemplo, no tendría sentido que un narrador que siempre se ha mostrado benévolo en sus apreciaciones, de repente soltase críticas sutiles.

 

 

Cómo utilizar la ironía para crear capas de significado

La ironía no solo cumple una función de entretenimiento, haciendo que un fragmento sea más divertido porque un personaje no se entera de lo que realmente le están diciendo. También puede usarse para añadir significados y profundidad.

De hecho, cada vez es más común que la ironía sea un instrumento de crítica social. Un ejemplo de ello es el periódico El Mundo Today, cuyos titulares y artículos están cargados de sutilezas y bromas irónicas para señalar las injusticias que ocurren.

¿Cuáles son las razones para criticar y profundizar en ciertos temas a través de la ironía?

  • Establecen un vínculo: ese “contrato” del que hablábamos en el que el lector acepta la comunicación no literal, fomenta no solo la comprensión, sino la aceptación de lo expresado. 

 

  • Ayuda a relativizar: sin por ello banalizar. Expresar una crítica con ironía no la hace menos importante, pero sí ayuda a mirarla de otra manera que, quizá, no le genere tanto desasosiego al lector. De nuevo, en El descontento se realiza una crítica al sistema capitalista, pero de una manera que hace gracia y con la que el lector se identifica. Por eso mismo, es una novela que ha tenido más éxito que cualquier libro teórico sobre esa misma problemática.

 

 

  • Fomenta el ingenio: cuando un lector detecta las ironías de la narración, se siente inteligente, pues ha “pillado” ese tono del autor y lo que esté le está diciendo. Al mismo tiempo, hace que el lector tenga que hacer un esfuerzo para construir el sentido de la obra, profundizando en su verdadero significado.

 

 

El sarcasmo como voz del personaje

Dejamos atrás la ironía para centrarnos en el sarcasmo, esa burla mordaz que puede generar rechazo, pero también mucho atractivo. 

Siendo así, es fundamental utilizarlo bien, sobre todo cuando se quiere construir un personaje (también puede ser narrador, como en Los vencejos), que sea como esos antagonistas que despiertan interés.

Analicemos cuál es la función del sarcasmo en el desarrollo de personajes.

La risa y la ironía son los medios que utiliza nuestro corazón - coollibri.es
La risa y la ironía son los medios que utiliza nuestro corazón – coollibri.es

 

 

Caracterización de personajes a través del sarcasmo

En muchas novelas hay un personaje secundario, o incluso un protagonista, sarcástico y que, por eso mismo, dinamiza la trama, resulta divertido y, al mismo tiempo, un poco odioso. 

Así, el sarcasmo define su personalidad, algo que resulta único y que lo identifica hasta el punto de que, al construir un diálogo, no hace falta especificar que es ese personaje el que habla, pues su tono lo deja claro.

¿Qué debe tenerse en cuenta en esta caracterización sarcástica?

  • Establece su personalidad: no tiene sentido que un personaje tenga un tono sarcástico si luego su manera de relaciones con el mundo o con otras personas no tiene también un punto crítico o de cuestionamiento.

 

  • Construye su contexto: aunque un personaje pueda ser sarcástico “porque sí”, es más efectivo que le des un porqué. Aunque esta razón nunca llegue a aparecer directamente en el texto, como autor te ayudará. El contexto puede ser que sufrió un trauma infantil o que tiene un trabajo muy exigente y duro (como médico de urgencias), y se burla de todo para que parezca que nada lo afecta.

 

  • Sé flexible: dentro de esa actitud y tono sarcástico, puede haber excepciones. A la mente nos viene el personaje de Santana López en la serie Glee que, aunque no sea un ejemplo literario, es útil para entender el concepto de flexibilidad. Santana era sarcástica y bastante cruel con sus críticas, pero era capaz de adoptar una actitud cariñosa y comprensiva cuando sus amigas o su novia lo necesitaban.

 

  • Juega con la intensidad del sarcasmo: hay sarcasmos más crueles y mordaces, y otros algo más pasivo-agresivos. Combinar diferentes intensidades evitará que se haga repetitivo.

 

  • Busca el punto de humor: el sarcasmo debe ser divertido y tener un punto de parodia, si no será una crítica más. Es por ello que los personajes que se caracterizan como sarcásticos suelen adoptar ese rol de “gracioso”. Cuando están, el lector sabrá que hasta la situación más extrema tendrá un punto divertido. Ten siempre presente esa función.

 

 

Tensión narrativa a través del sarcasmo

El lector puede aceptar el sarcasmo, pero también puede rechazarlo sin que por ello implique que odia la obra. De hecho, hay veces que nos gusta odiar a personajes literarios.

Así, el sarcasmo genera tensión narrativa en el lector, pero, por supuesto, también en el resto de personajes y la trama. 

Habrá momentos en los que el sarcasmo de la persona estará totalmente fuera de lugar, lo que puede ser gracioso, pero también motivo de conflicto. Un conflicto que es útil en la trama y que la puede hacer evolucionar, lo que le da un nuevo significado al sarcasmo.

El autor tiene en su mano un recurso argumental para crear tensiones y luego resolverlas, por ejemplo, cuando dos personajes se enfrentan por la aparente falta de apoyo de un amigo que, en lugar de escuchar y comprender, lanza críticas mordaces.

 

 

Precauciones y límites en el uso de la ironía y el sarcasmo en la escritura

Aunque siempre parezca más fácil usar la ironía y el sarcasmo al hablar, pudiendo usar la entonación o un movimiento de cejas para recalcar qué se quiere decir y de qué manera se quiere decir, ambos recursos pueden escribirse.

Por supuesto, resulta un reto, ya que hay que lograr transmitir solo con palabras escritas, algo que quedaría más claro si se escuchase la voz. Sin embargo, el objetivo es que, en su mente, el lector sí escuche ese “tonillo”, entendiéndolo y no llevándole a confusión o, pero, a una mala interpretación.

Para evitar esto último, hay que conocer los límites en el uso de la ironía y el sarcasmo en la escritura creativa.

Precauciones y límites en el uso de la ironía y el sarcasmo en la escritura - coollibri.es
Precauciones y límites en el uso de la ironía y el sarcasmo en la escritura – coollibri.es

 

 

 

Riesgos de malinterpretación de la ironía y el sarcasmo en la escritura

Al jugar con los dobles sentidos y lo literal vs. lo figurado, puede ocurrir que el sarcasmo y la ironía no se entiendan o se entiendan mal. 

Cuando se trata de una frase de un diálogo (como el ejemplo de “qué puntual”) es un riesgo que se malinterprete, pues hará perder sentido a la lectura. Sin embargo, no tiene por qué afectar demasiado a la trama. Algo diferente ocurre cuando se trata de una crítica social. Si la ironía o el sarcasmo no se entienden, puede haber un problema más grave. Por ejemplo, que el lector entienda que el autor/narrador/personaje, en lugar de criticar algo (como el racismo), lo está alabando. 

¿Cómo evitarlo?

  • Nunca olvides el contexto y la caracterización: ya hemos recalcado lo importante que es explicar la situación o la actitud del personaje/narrador para que la ironía y el sarcasmo no solo se detecten, sino que se entiendan y cumplan su función. Si no dejas claro que, por ejemplo, un personaje es irónico respecto a sus padres porque estos lo maltrataban de pequeño, una frase como “¿cómo no voy a estar yo a favor de pegar a un niño?”, se malinterpretaría totalmente.

 

  • Utiliza recursos adicionales para enmarcar el tono: aunque pueda resultar forzado, describe cómo el personaje hace el gesto de las comillas o cómo enarca una ceja si esto ayuda a esclarecer el doble sentido.

 

  • Focaliza en una voz: en lugar de que todos los personajes sean irónicos o sarcásticos alguna vez, céntrate en construir uno que lo sea con más frecuencia. Esto ayudará a que el lector lo identifique y se tome todo lo que diga con un punto de humor.

 

 

 

Un uso excesivo de la ironía y el sarcasmo en la escritura

El mayor riesgo que tiene el uso de la ironía y el sarcasmo en la escritura es abusar de ambos recursos. Esto, lejos de hacer más evidente su función, reducirá sus efectos pragmáticos. En cierto modo, si todo es irónico y sarcástico, nada lo es.

En otras palabras, hay que lograr un equilibrio que permita al lector tener siempre claro el contexto. Es decir, debe haber descripciones y narraciones que evidencian qué es lo que está pasando realmente para que la ironía y el sarcasmo funcionen.

Por ejemplo, si el estilo literario es, completamente, sin excepción, pura ironía, el lector ni siquiera podrá saber respecto a que se es irónico. ¿Qué situación despierta esa crítica?

La única excepción sería la escritura de una sátira, en cuyo caso el texto sí estará cargado de dobles sentidos y ambigüedades. 

 

 

Consejos prácticos y ejercicios para hacer un buen uso de la ironía y el sarcasmo en tu escritura

Ahora que ya sabemos cuáles son los errores comunes, tenemos que decirte que la mejor manera de evitarlos es practicar el uso de la ironía y el sarcasmo en la escritura.

Como el resto de figuras retóricas, la ironía y el sarcasmo requieren de precisión y creatividad. Es importante saber qué son, pero también cómo se usan y cómo enriquecerán el texto. 

El sarcasmo es el último refugio de los que tienen la imaginación en bancarrota - coollibri.es
El sarcasmo es el último refugio de los que tienen la imaginación en bancarrota – coollibri.es

 

 

Ejercicios para practicar los dobles sentidos y la sutileza

El lenguaje figurado tiene mucho de dobles sentidos, de ser sutil y de decir cosas sin decirlas, intensificándolas justo por eso mismo.

Antes de ponerte a escribir textos irónicos o sarcásticos, es crucial que aprendas a jugar con esos dobles significados. Aquí tienes algunos ejercicios:

  • Escucha a tu alrededor: cada día usamos la ironía y el sarcasmo, así que mantente atento a cualquier conversación de tu alrededor.

 

  • Mira monólogos y shows de comedia: en este tipo de espectáculos, más que chistes tradicionales, se narran situaciones jugando con dobles sentidos.

 

  • Habla con sutileza: cuando quieras decir algo (o incluso después de decirlo), intenta reformularlo (aunque sea en tu cabeza) para practicar y comprobar qué efecto tiene el hacer una crítica sutil. No se trata de cambiar tu tono o estilo comunicativo, solo de familiarizarte con estos recursos.

 

  • Traduce conversaciones: cuando alguien te diga algo sutilmente, piensa en qué te está queriendo decir realmente y detecta cómo ha construido ese doble sentido. Por ejemplo, si es la tercera vez que alguien te explica algo y te dice “tengo todo el tiempo del mundo, te lo vuelvo a explicar”, ¿podría estar siendo irónico? Aunque no sea así, valora la posibilidad y piensa en qué otros aspectos (como un gesto o una entonación) sí dejarían clara la ironía.

 

 

Ejercicios para incorporar la ironía y el sarcasmo en tus textos

Ahora que lo sarcástico e irónico forma parte de tu manera de pensar, es momento de incorporarlos a tu lenguaje literario.

  • Empieza por una sola escena: reescribe alguna que ya tengas lista y plantea qué necesitaría para que resultara sarcástica e irónica (establecer el contexto, describir cómo se siente un personaje respecto a otro, etc.). 

 

  • Cambia una crítica por un elogio irónico: acude a algún fragmento en el que haya una crítica y dale una vuelta para que sea un elogio con doble sentido. Por ejemplo, un personaje le dice a otro que no ha lavado los platos. En lugar de “eres un desastre”, utiliza algo como “qué bien llegar a casa y encontrarme la cocina tan limpia” o “cómo me conoce mi pareja, que sabe que lo que más me gusta después de volver agotada del trabajo es ponerme a hacer los platos, y por eso me los ha dejado todos a mí”.

 

  • Esconde el significado real de una emoción con sarcasmo: si un personaje está dolido por algo, evita que lo diga directamente. Haz que el lector entienda esa emoción a través de una frase sarcástica del personaje.

 

 

Encontrando la inspiración en autores irónicos y sarcásticos 

Nada como un buen ejemplo para entender la complejidad, pero también la oportunidad, del uso de la ironía y el sarcasmo en la escritura. Por eso, vamos a analizar algunos fragmentos de autores que han destacado por sus dobles sentidos.

 

 

Francisco de Quevedo

Pocos autores han sido tan mordaces como Quevedo. Su estilo se caracteriza por una retórica implacable, cargada de sarcasmo, sátira y crítica social.

En su poesía y en sus textos de prosa, especialmente en La vida del Buscón llamado Don Pablos, Quevedo utiliza el sarcasmo para desentrañar la hipocresía de la sociedad de su tiempo.

El protagonista, un pícaro que fracasa en todos sus intentos de ascenso social, se presenta a sí mismo con un tono burlón y cruel. Quevedo no busca que empatices con él, porque algunas de las cosas que cuenta son condenables, sino que, a través de la exageración y la burla, veas lo absurdo de las normas sociales.

“Repartió a cada uno tan poco carnero que, entre lo que se les pegó a las uñas y se les quedó entre los dientes, pienso que se consumió todo, dejando descomulgadas las tripas de participantes. Cabra los miraba y decía: – «Coman, que mozos son y me huelgo de ver sus buenas ganas» ¡Mire v.m. qué aliño para los que bostezaban de hambre!.”

Este tipo de ironía convierte la obra en una sátira feroz, más que en una comedia ligera. Sin embargo, muchas veces se necesita una segunda lectura para detectar la profundidad de ciertos significados.

Esto es algo que pasa con muchas novelas de literatura infantil, que es solo la mirada adulta, que detecta el sarcasmo, la que entiende lo que realmente se está queriendo decir. La mejor prueba de ello es Manolito Gafotas de Elvira Lindo.

 

 

Mariano José de Larra

Larra es uno de los mejores ejemplos del uso de la ironía con fines de crítica social y política. Sus artículos costumbristas, como “Vuelva usted mañana”, usan una voz aparentemente cordial y racional, para señalar con sutileza los males de la burocracia española.

En este artículo, un francés llega a España con la intención de realizar unos trámites en un par de semanas. El narrador le advierte que en nuestro país nada es cosa de quince días, pues la pereza nos invade. Efectivamente, el francés se encuentra continuamente con un “vuelva usted mañana”, que se alarga hasta el infinito.

“Sus conocidos y amigos no le asistían a una sola cita, ni avisaban cuando faltaban, ni respondían a sus esquelas. ¡Qué formalidad y qué exactitud!”

La ironía de la exclamación final es evidente y cumple a la perfección con su misión: destacar la ineptitud del sistema y lo absurdo de tanta espera.

 

 

Juan José Millás

Millás es un experto en mirar lo cotidiano desde una óptica irónica que roza el absurdo. En sus relatos y columnas, lo trivial se convierte en un espejo deformado que revela lo extraño de nuestras rutinas y creencias.

Su ironía es muchas veces suave, pero incisiva, por lo que llega a descolocar al lector, llevándolo de la sonrisa al desconcierto. 

“De hecho, ahora todos los trabajadores somos, en potencia, preparados.”

En esta frase de un artículo sobre el gran número de personas en paro, utiliza con ironía la palabra “preparados”. Explica que la juventud está “preparada” no por ir a la universidad, sino porque es posible que acabe en el paro. Un doble sentido de la palabra cargado de significado y sarcasmo.

Este tipo de humor paradójico e irónico, contiene una crítica social, algo evidente en todos sus artículos. Otorga así profundidad a sus opiniones, causando cierta incomodidad en el lector que se da cuenta de que nada, en realidad, es gracioso.

 

 

Eduardo Mendoza

Mendoza es el maestro del humor inteligente, y uno de los pocos autores contemporáneos que ha sabido mezclar el disparate con la crítica social de manera efectiva.

En novelas como Sin noticias de Gurb, utiliza un narrador descaradamente sarcástico para presentar una visión hilarante de lo absurdo que puede ser el mundo moderno.

“He parado a un peatón que parecía poseer un nivel de mansedumbre alto y le he preguntado dónde podría encontrar a una persona extraviada. Me ha preguntado qué edad tenía esa persona. Al contestarle que seis mil quinientos trece años, me ha sugerido que la buscara en El Corte Inglés.”

El sarcasmo en Mendoza no solo arranca carcajadas, sino también critica lo ridículo de muchas convenciones sociales. Su personaje, totalmente al margen de la norma, le permite reírse de todo.

 

 

Jonathan Swift

Si hay un autor que llevó la ironía hasta sus límites más crueles, ese es Jonathan Swift. El mejor ejemplo de ello es su ensayo Una modesta proposición (1729), donde propone, con la mayor seriedad y lógica aparente, que la solución para acabar con el hambre en Irlanda es que los pobres vendan a sus propios hijos como alimento.

“Me ha asegurado un americano muy entendido que conozco en Londres, que un tierno niño sano y bien criado constituye al año de edad el alimento más delicioso, nutritivo y saludable, ya sea estofado, asado, al horno o hervido; y no dudo que servirá igualmente en un fricasé o un ragout.”

Por supuesto, no habla en serio. La ironía y el sarcasmo convierten el ensayo en una sátira sobre el maltrato que Inglaterra ejercía sobre el pueblo irlandés.

 

 

Mark Twain

Mark Twain es uno de los grandes autores irónicos de la América del siglo XIX. En obras como Las aventuras de Huckleberry Finn, se sirve de un narrador infantil para mostrar, a través de su mirada inocente, lo extraño e incomprensible de muchas normas sociales, especialmente en temas como el racismo, la religión o la educación.

“Lo que es ella bien que se interesaba por Moisés, que no era ni siquiera pariente suyo, y que maldito lo que le valía a nadie porque ya se había muerto, ¿no?, pero le parecía muy mal que yo hiciera algo que me gustaba.”

Twain tenía una habilidad especial para envolver su crítica en un tono de humor ligero, que hace aún más efectivos los golpes.

 

 

El uso de la ironía y el sarcasmo en la escritura

El uso de la ironía y el sarcasmo en la escritura aporta mucho más que humor. Son maneras de expresar pensamientos, críticas, emociones… Haciéndolo de una manera que enriquece el texto y le da profundidad.

Escritores como Quevedo, Larra, Swift o Twain los han usado para cuestionar la realidad, desmontar discursos establecidos y aportar matices.

Aprender a dominar estas figuras de la retórica permite escribir con mayor intención y sofisticación. No se trata solo de hacer reír o provocar, sino de invitar al lector a pensar, a leer entre líneas y a descubrir lo que se esconde tras las palabras. 

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