Si te has cansado de escuchar hablar sobre “prompts” de journaling, sobre escribir un diario o sobre escribirle cartas a tu yo del pasado (o del futuro), es porque no has probado (y comprobado) los beneficios que la escritura tiene para la salud mental.
Desde el manejo del estrés y la ansiedad, hasta el autoconocimiento y la expresión de las emociones más profundas. La escritura terapéutica, es decir, la escritura cuyo objetivo es plasmar sobre el papel las emociones, sentimientos y pensamientos propios, pasa por uno de sus mejores momentos.
Cuando uno realiza algún ejercicio de escritura enfocado en salud mental, no lo hace con perspectiva de publicar o imprimir sus textos. Sin embargo, lo que gana es mucho: autoestima, confianza, comprensión y compasión sobre lo vivido y lo sentido.
También hay algo que se pierde: el continuo darle vueltas a la cabeza. El papel, de alguna manera, hace que las palabras que acechan nuestra mente cobren forma y sentido, liberando espacio mental y liberándote a ti.
No te preocupes, no vamos a ponernos místicos en este artículo, ni vamos a decirte que la escritura sustituye a una terapia o al trabajo de un profesional de la salud mental. Pero sí vamos a intentar demostrar que escribir puede ayudarte en la gestión del estrés, la ansiedad y tu bienestar emocional.
¿Por qué la escritura ayuda a la salud mental?
Que la escritura ayuda a la salud mental no es algo que digamos nosotros, o que digan influencers en Instagram. Lo dicen, y lo confirman, los psicólogos.
El primero, allá por los años 60, fue Ira Progoff, que desarrolló el Método Diario Intensivo y animó a sus pacientes a escribir sobre lo que sentían y vivían en su día a día. Los años y los estudios realizados han demostrado que, efectivamente, la escritura es una herramienta terapéutica poderosa, ya que poner tinta a nuestros pensamientos ayuda a que los aclaremos y los procesemos.

Conexión entre mente y palabra
Siempre hemos oído aquello de que, para estudiar, es beneficioso hacer resúmenes, esquemas… En definitiva, escribir lo que necesitamos aprender. Así, nuestro cerebro retiene más y mejor la información.
Pues bien, algo similar ocurre cuando hablamos de escritura y salud mental. Escribiendo, transformamos el “ruido” mental. Evitamos que lo que nos duele se quede escondido o enquistado en forma de pensamientos intrusivos, hasta que explota.
En una entrevista, la experta en escritura terapéutica Patricia Diez Diez explicaba que no podemos tratar a nuestra mente como un cubo de basura que vamos llenando hasta rebosar. Hay que ordenar y sacar esa basura.
Sobre si es obligatorio escribir a mano, la experta señala que sí está demostrado que, de este modo, se conecta mejor con nuestro cerebro. No obstante, tampoco pasa nada por escribir a ordenador, pues lo importante es hacerlo.
Al sentarnos ante el papel (o la pantalla de ordenador) y ponerle palabras a lo que tenemos dentro, nos distanciamos de ello. Ya no es bucle mental que nos produce estrés y ansiedad por no saber qué hacer con ello, sino que “sale”. Además, al poder releer lo escrito, esa distancia aumenta, permite el análisis y se potencia la autocomprensión.
Empezar a trabajar la escritura y la salud mental
Muchas veces es el no saber cómo ni por dónde empezar lo que retrasa la puesta en práctica de la escritura como herramienta terapéutica. También influye (y presiona) lo que se ve en redes sociales.
Diarios especializados y con un alto precio, “prompts” que, sí o sí, hay que seguir para tener una vida mejor y llena de éxito, rincones llenos de velas y música relajante como único lugar en el que hacer journaling bien… Como siempre, las redes sociales muestran una realidad algo utópica y demasiado estética que hace pensar que lo que uno hace en su casa, encima de la mesa de la cocina, no es una buena “escritura terapéutica”.
Pues bien, nada más lejos de la realidad, pues no necesitas demasiadas herramientas o materiales para empezar:
- Algo para escribir: ya hemos mencionado que puede ser un cuaderno y un bolígrafo, o un ordenador. Escoge el soporte que más te guste o más cómodo te resulte. Si, para motivarte, quieres un diario de diseño, perfecto, pero una libreta simple también sirve.
- Un espacio tranquilo: no hace falta grandes lujos, solo un lugar donde puedas sentarte a escribir con calma y sin distracciones. Por ejemplo, el transporte público o una sala de espera quizá no sea el espacio más adecuado. En cambio, sí lo es tu habitación a última hora del día, cuando tienes un rato para profundizar en tus emociones y dejarte sentir sin miradas, ruidos o prisas.
- Encontrar tu técnica: vamos a ver que hay diferentes técnicas de escritura terapéutica. Ninguna es mejor o peor. Lo que importa es lo que a ti te sirva, por eso es buena idea ir probando para entender qué ejercicios te ayudan más para según qué o en según qué momentos. En definitiva, no te obsesiones con lo que otras personas hacen, sino en lo que tú necesitas hacer.
Consejos prácticos para empezar a escribir de forma terapéutica
Ahora que ya lo tienes todo y te hemos convencido de que la escritura ayudará a tu salud mental, es momento de ponerse a escribir.
Lo primero que necesitas, como ya adelantábamos, es una serie de ejercicios o técnicas que te sirvan de guía.

Ejercicios de escritura terapéutica
Ya hemos comentado que ejercicios hay muchos, y que puedes probar y combinarlos todos según qué necesites en cada momento o cuál te resulte más útil y beneficioso.
Más allá del clásico diario en el que uno, al final del día, vuelca lo que le ha pasado y, sobre todo, cómo se ha sentido durante ese día, hay otras técnicas más específicas que pueden ayudarte a reducir el estrés o la ansiedad, además de a profundizar en tu psique.
- Escritura libre: sería lo más parecido al diario que comentábamos. Siempre que lo necesites, mejor si es de manera rutinaria, escribe todo lo que se te pase por la cabeza. No filtres y no juzgues. El texto resultante no lo va a leer nadie más (quizá ni siquiera tú vuelvas a leerlo) ni va a salir publicado en ningún sitio. El objetivo es que lo que no deja de dar vueltas, de manera desordenada, en tu cabeza, encuentre una salida y puedas vaciar ese cubo de basura del que hablaba Patricia Diez Diez.
- Listas de gratitud: en periodos de estrés y ansiedad, acabar el día agradeciendo las cosas positivas que nos han ocurrido es una gran manera de no quedarnos en lo malo. Así, cada noche haz una lista de los momentos agradables y bonitos de tu día, o de personas. Esto te dará perspectiva y te ayudará a salir del bucle de que todo está mal.
- Carta no enviada: a alguien que te hizo daño, a alguien de tu pasado o incluso a ti mismo. Son cartas que nunca enviarás, pero que te ayudan a decir (o decirte) esas cosas que callaste y que necesitas soltar. Quizá no quieras o no puedas decirlas en voz alta, pero escribirlas te liberará y te ayudará a “resolver” parte del conflicto.
- Escribe sobre ti mismo: puedes hacerlo de manera libre, o siguiendo algunas preguntas como guía (por ejemplo, “¿qué haría tus días más tranquilos?”, “¿a quién llamarías en caso de urgencia?”, o “¿qué es lo que más miedo te da?”). Estas preguntas, conocidas como “prompts”, te invitan a profundizar en las respuestas y, así, a conocerte, a entender qué te gustaría cambiar, etc.
- Cuentos ficticios: como si fueses un autor de narrativa breve, escribe un relato sobre un problema que tú estás atravesando. Pensar, desarrollar y escribir cómo un personaje actuaría en tu lugar, casi como un ejercicio de empatía, hará que pongas distancia y que valores otras soluciones o perspectivas. Otra idea es escribir el cuento desde el punto de vista de la persona con la que tienes un conflicto. De nuevo, un ejercicio de empatía, asertividad y autocomprensión.
Cómo mantener la constancia en la escritura para la salud mental
Unir escritura y salud mental, para que realmente sea efectivo, debe convertirse en una rutina.
Encontrar no solo el espacio, sino el momento idóneo, ayuda a crear el ritual, de modo que no sea algo de un día o dos, sino de una constante en nuestra vida.
Puedes seguir algunos consejos para mantener el hábito de la escritura terapéutica:
- Encontrar el momento idóneo: mucha gente elige la noche porque es el momento de reflexionar sobre el día, pero, de nuevo, se trata de encontrar lo que a ti mejor te viene. Lo importante es que sea un momento que, salvo excepciones, siempre ocurra. Por ejemplo, no sería lógico que decidieses incorporar el hábito durante unas vacaciones en la playa, escribiendo en la arena tras un baño al atardecer.
- Crea un espacio cómodo: aunque no tenga que ser como los que ves en Instagram o TikTok, busca un lugar donde puedas sentarte a escribir cómodamente. Por ejemplo, tu cama, pero no una silla incómoda donde no tienes ni una mesa para apoyarte. En este sentido, también es importante desconectar el móvil o notificaciones que puedan distraerte o traerte más ruido mental.
- Empieza poco a poco: si no estás acostumbrado a escribir terapéuticamente, empieza con técnicas o ejercicios más sencillos o guiados.
- No te juzgues: si crees que releer te va a hacer juzgarte, no releas. Aunque puede ser un buen método de análisis y de autoconocimiento, no te fuerces a ello si vas a acabar en un bucle de culpa que te va a alejar del hábito.
- No lo veas como una obligación: una rutina, y el hecho de que sea beneficiosa, no debe convertirse en una tarea obligatoria. Quédate siempre con lo bueno que te aporta. Si un día no te apetece, o no te sientes con energía para sumergirte en tus emociones, es mejor que no lo hagas. Hacerlo “porque debes hacerlo” te llevará a verlo como una imposición y será contraproducente.
Experiencias inspiradoras de escritura y salud mental
Si has empezado a trabajar la escritura y la salud mental, tú mismo puede que seas, o termines siendo una de estas historias inspiradoras.
No obstante, para seguir motivándote, vamos a contarte algunos casos de éxito de personas que han utilizado la escritura para manejar la ansiedad, el estrés u otras cuestiones emocionales.
Patricia Diez Diez
Antes de ser especialista en este campo, Patricia Diez Diez descubrió el poder que la escritura tenía en la salud mental como “usuaria”.
Se encontraba en un periodo depresivo que duraba más de una década, cuando, de manera adicional y paralela a la terapia psicológica, Patricia empezó a escribir sobre lo que le ocurría y lo que sentía. Lo hizo casi sin querer, pues no siguió un método específico, sino que cogió una hoja de papel y un bolígrafo y “tiró la basura”.
Poco a poco fue notando los beneficios de haber incorporado este ritual, ya que empezó a entenderse mejor, aumentó su autoestima e incluso, físicamente, notó un bienestar general.
Marta Gómez de la Vega
Marta Gómez de la Vega es una psicóloga que no solo usa ella misma la escritura terapéutica, sino que anima a sus pacientes a ello para utilizarlo como herramienta en las sesiones.
Ha visto lo positivo que es que ella misma y sus pacientes escriban sobre emociones y sobre traumas que son difíciles verbalizar, pero algo más fáciles escribir, situaciones complejas que les producen estrés o ansiedad… Y trabajar luego el texto en terapia.
La razón es que muchas personas acudían a las sesiones y no eran capaces de expresar lo que querían expresar. A través de la palabra escrita, la psicóloga ha encontrado un medio, un camino, para canalizar lo emocional y gestionarlo en terapia.
Más allá de lo profesional, Marta Gómez de la Vega describe su experiencia personal con la escritura terapéutica como un proceso gracias al cual
“creció mi confianza, creció mi apertura y creció mi deseo de escribir. Este proceso de escribir-compartir iba generando sentimientos positivos que me nutrían.”
Andrea Mateos
Escritora y periodista, Andrea Mateos descubrió cómo la escritura, tanto la que publicaba como la que no, le ayudaba a conocerse mejor. Así, empezó a organizar talleres en los que enseña y acompaña a otras mujeres que quieren descubrir la influencia positiva que la escritura tiene en la salud mental.
Para ella, “todo escrito literario es primero un escrito terapéutico”, por eso utiliza mucho de lo que “vuelca” en sus diarios personales, en sus libros. No obstante, no hace falta llegar a eso y anima a que todo el mundo pruebe esa libertad de escribir sobre lo interior sin ningún tipo de pretensión.
Quienes van a sus talleres comentan que descubrir esta forma de escribir les sirve de desahogo, de liberación y de alivio.
Maria Mikhailova
En su blog, Maria Mikhailova cuenta cómo la escritura cambió su salud mental. Aunque le costó integrar el hábito, sentir sus beneficios le animó a mantenerlo. Así lo explica ella misma:
“Cuando me sentía mal, cuando me encontraba perdida y sentía vacío en mi vida, cuando sufría injusticias o me peleaba con mis seres queridos, cuando no podía contactar por ningún otro medio con la persona de la que estaba enamorada en aquella época (ya ves, los móviles entonces apenas existían), recurría a lo único que siempre tenía disponible: un trozo de papel y un boli. Y entonces la magia sucedía: me liberaba de mis pensamientos, de mi dolor y podía seguir con mi vida.”
Destaca, pues, la tranquilidad que le proporcionaba externalizar, aunque fuese para no leerlo nunca más, lo que se le pasaba por la cabeza y le atormentaba. Un beneficio que sigue obteniendo tras más de 25 años utilizando la escritura terapéutica.
Escritura y salud mental: una herramienta con beneficios
Escribir sana, y hay muchos escritores profesionales que así lo han explicado siempre. Escriben para entenderse o para entender al mundo.
Sin embargo, no hace falta publicar o convertirte en un best seller para aprovechar los muchos beneficios que la escritura tiene para la salud mental.
Como hemos visto en este artículo, crear un ritual que consista en escribir lo que sientes, piensas o te emociona, puede tener un efecto muy positivo en tu bienestar.
Solo necesitas probarlo para convencerte, aunque tampoco está de más contar con un espacio y un momento propios, tranquilos y calmados en los que escribir.
Pero tampoco te obsesiones con hacerlo perfecto. Prepárate para dejarte sentir, escríbelo y libérate de lo que te pesa a través de la palabra escrita.