Quienes alguna vez han querido aprender a hacer algo o han iniciado un hobby, sea este cuál sea, han tenido que acudir a los libros. Libros escritos no tanto por autores, sino por expertos y que decidieron escribir un manual o guía práctica para transmitir sus conocimientos.
Cuando hablamos de un manual o guía práctica, hablamos de un texto enfocado a la enseñanza y, en consecuencia, al aprendizaje. Es por ello que, más allá de las palabras, se apoyan en imágenes, listas u otros elementos visuales.
Si como autor quieres escribir un manual o guía práctica que resulte comprensible, accesible y aplicable, te presentamos algunos aspectos que debes tener en cuenta.
Planificación y estructura de un manual efectivo
Se puede escribir un manual o guía práctica de numerosas temáticas. Desde un manual de estilo hasta una guía para aprender a hacer crochet.
En lo que respecta a este artículo, que funcionará en sí mismo como una guía, no importa tanto el contenido, sino el enfoque. Un enfoque que todos los manuales y guías tienen en común y que se orienta a la acción y a la transmisión de un saber hacer.
Para lograr ese objetivo y que el lector o usuario entienda, aprenda y ponga en práctica lo explicado, es fundamental organizar y planificar la estructura.

Definir el objetivo y público de la guía
Lo primero que debes hacer, antes siquiera de escribir una sola palabra, es tener claro cuál es el objetivo de la guía o manual, y a quién va dirigido.
Es algo básico, ya que no es lo mismo un manual para principiantes que uno para personas que ya conocen el tema o el proceso y quieren perfeccionarlo. Tampoco es lo mismo un público infantil, que uno adulto. Según el nivel de conocimiento e implicación de los lectores, la estructura no solo deberá ser lógica, sino más visual, clara o simple.
Por lo tanto, pregúntate:
- ¿A quién estoy enseñando?
- ¿Para qué estoy enseñando?
Las respuestas no solo te ayudarán a planificar el contenido para darle el enfoque adecuado, sino que te orientarán también sobre qué lenguaje usar o qué ejemplos poner.
Cómo organizar los temas de manera lógica
Como norma principal, al escribir un manual o guía práctica hay que seguir siempre una estructura lógica.
Piensa en un manual para aprender a bordar. Aunque tu conocimiento experto ya sepa todo sobre cómo enhebrar una aguja, la realidad es que ese es el primer paso lógico con el que empezar la guía antes de seguir con cómo dar la primera puntada.
Si echas un vistazo a cualquier manual o guía que tengas cerca, verás que su planificación queda muy clara y sigue un orden. Para lograr que así sea, deben seguirse una serie de directrices.
- Organiza el paso a paso del proceso que vas a explicar y por el que vas a guiar al usuario. Asegúrate de que es un paso a paso consecuente y en el que no se producen saltos.
- Divide los pasos en secciones y subsecciones según de qué tema concreto hablan o a qué fase del proceso hacen referencia. Volviendo al ejemplo del manual para bordar, los pasos podrían dividirse en las secciones “Materiales”, “Diseño del bordado”, “Preparación de la tela”, “Técnicas de bordado” y “Consejos finales”. En un manual de literatura medieval, nos fijaríamos más en los temas, que quedaría no solo ordenados siguiendo un patrón lógico-temporal, sino que separaríamos en bloques primarios y secundarios (por ejemplo, “Siglo V” y, dentro de este bloque, “Contexto histórico”, “Características literarias”, “Autores y obras”).
- Sigue un orden cronológico o progresivo. Ambos son lógicos, pero el primero resulta más claro para explicar procesos típicos de manuales de instrucciones, recetas o tutoriales. El segundo orden, el progresivo, en lugar de estructurarse con “primero”, “segundo” o “después”, se estructura por complejidad. Un ejemplo sería una guía para bordar que explica varias técnicas, empezando por la más sencilla y acabando con la más compleja. Por supuesto, ambos órdenes pueden combinarse.
- Crea un índice en el que se especifiquen los títulos de las secciones y quede clara la estructura. Desde un primer momento, ayudará al lector a valorar si el manual o guía aborda lo que quiere aprender y si lo aborda de una manera adecuada. Dado que, por lo tanto, el índice puede ser un reclamo, es fundamental que refleje una estructura clara y lógica.
¿Qué técnicas ayudan a escribir con claridad y precisión?
Un estilo de escritura sumamente preciso es clave para lograr que el manual o guía práctica cumplan su función y logren transmitir conocimientos y enseñar.
Para escribir con precisión y claridad, los autores y expertos siguen una serie de técnicas, como usar un lenguaje concreto e incorporar ejemplos.

Uso de lenguaje claro y directo
Si alguna vez has utilizado un manual o guía y no has entendido qué explicaba, posiblemente era por una mala organización del contenido y también por un lenguaje poco claro.
Qué palabras y términos se usan, o incluso las estructuras oracionales, influyen directamente en la comprensión del lector o usuario.
De manera general, estos son algunos consejos para garantizar un uso adecuado, entendible y directo del lenguaje:
- Ten siempre presente a tu público objetivo: como ya hemos mencionado, la edad y el nivel de conocimiento del lector determinarán el empleo de un lenguaje más sencillo o más especializado al escribir un manual o guía práctica. Por ejemplo, si es un lector que ya conoce el tema y está especializándose, puedes incluir tecnicismos.
- Usa oraciones cortas: incluso si se trata de un manual o guía de nivel avanzado, al tratarse de un texto enfocado a la acción, conviene usar frases gramaticalmente simples. Se logra más claridad en la escritura con “Primero, instala el software. Luego, configura las preferencias del sistema”, que con “El usuario debe proceder con la instalación del software antes de configurar las preferencias del sistema.”.
- Utiliza la voz activa en vez de la pasiva: el ejemplo anterior ilustra también esta idea de que la voz activa, como su propio nombre indica, orienta a la acción. No solo eso, sino que se dirige al lector, hablándole de “tú a tú”, algo clave para generar esa idea de acompañamiento y guía.
- Prioriza palabras simples y claras: para que no haya dudas sobre el significado o a lo que una palabra hace referencia. Solo en caso de escribir guías para un público avanzado, puede hacer uso de una redacción técnica. Por ejemplo, en lugar de usar “interfaz de usuario gráfica”, utiliza “pantalla”. De igual modo, si vas a usar siglas o abreviaturas, primero asegúrate de especificar qué significan.
- Añade un glosario o diccionario: es un recurso muy útil y que suele incluirse al final. Sirve como referencia y ayuda a la comprensión del lenguaje en caso de tener que incluir ciertos tecnicismos.
Incluir ejemplos prácticos y visuales
Para escribir un manual o guía práctica es imprescindible incluir ejemplos o elementos que sirvan para ilustrar ideas, procesos o explicaciones.
La cuestión es cómo incorporar estos ejemplos prácticos y visuales para hacer la guía más efectiva:
- Utilízalos para aportar relevancia: no se trata de añadir ejemplos por añadir, sino de hacerlo con una coherencia. Deben aclarar y explicar, siendo apoyados por el texto y, al mismo tiempo, un apoyo del texto.
- Haz que sean específicos para el tema o proceso explicado: si, por ejemplo, estás escribiendo un manual de usuario para un programa de diseño, incluye capturas de pantalla de ese programa de diseño.
- Organiza los elementos y ejemplos: la estructura lógica de manuales también debe reflejarse en los ejemplos. Esto quiere decir que debes ordenar los elementos ilustrativos para que actúen como un paso a paso o una progresión.
- Innova para resultar más comprensible: actualmente existen nuevos formatos de manuales que permiten el uso de elementos multimedia. El formato electrónico, por ejemplo, permite incluir un vídeo o gráfica dinámica. No obstante, en un libro físico también puedes incluir un código QR que redirija a un videotutorial para aclarar lo que se explica en el texto. Esto es algo muy común en los libros de recetas.
- Confía en lo visual: puedes incluir ejemplos en texto, utilizando la típica fórmula del “por ejemplo” y explicando un caso práctico. No obstante, lo visual resulta muchas veces más esclarecedor. Por ejemplo, en un manual sobre publicidad, puedes aclarar una explicación describiendo un anuncio real. Sin embargo, será más efectivo añadir una imagen de dicho anuncio al lado del texto.
- Ejemplifica también los errores: en un manual o guía en el que se explica cómo hacer algo, también suele decirse cómo no hacerlo o cuáles son los errores más frecuentes. Ilustrar estos errores es muy útil para el lector. Imagina que escribes una guía para aprender a usar metáforas en la literatura. Además de mostrar cuál es una buena metáfora, muestra cuál no lo es.
Formato y presentación de la información
Si revisas el formato de una guía práctica o manual, verás que se cuida mucho la presentación de la información.
Además de incluir imágenes u otros elementos visuales para completar las explicaciones, es común ver tablas, listas y gráficos, que también ayudan en la planificación de manuales y guías.

Uso de listas, gráficos y tablas para facilitar la comprensión
Las tablas, listas y gráficos cumplen el objetivo de condensar información y presentarla de una manera más simple sin por ello perder relevancia o significado.
No obstante, para que, efectivamente, sea así, deben seguirse algunas recomendaciones de uso:
- Facilita la lectura: el objetivo de estos elementos es ayudar a digerir la información. Al ser visuales, permiten desglosar el contenido, organizarlo y destacar lo importante. Por lo tanto, asegúrate siempre de que mantienen su sencillez y que no se convierten en una amalgama de datos descontextualizados.
- Utiliza el formato más adecuado según el objetivo: si buscas estructurar una secuencia de pasos, una lista numerada es lo más adecuado. En cambio, para presentar correlación de datos, resulta más interesante un gráfico.
- Asegura su integración: las tablas, gráficos y listas, como hemos dicho, condensan la información y resaltan puntos clave. En consecuencia, deben estar cerca de aquello que apoyan, quedando clara la referencia. Por ejemplo, la tabla con datos debe estar próxima al texto donde se explican e interpretan esos datos.
Estructurar la guía para que sea fácil de seguir
Para acabar con este artículo sobre cómo escribir un manual o guía práctica, vamos a hacer un resumen de cuál es una estructura ideal:
- Índice o tabla de contenidos que, en un rápido vistazo, permita al lector orientarse y formarse una idea de lo que se explica.
- Divisiones y subdivisiones que permitan organizar el contenido (y orientarse por él) de una manera lógica.
- Integración de elementos visuales en las guías y manuales, para “romper” el texto y mejorar la comprensión de información y datos complejos.
- Uso de ejemplos y casos prácticos que ilustren y acompañen al lector.
- Escritura siempre clara y concisa, utilizando para ello herramientas de redacción como frases cortas.
Aprender para enseñar: las claves para escribir un manual o guía práctica
Un manual o guía práctica es un método de enseñanza. Sin embargo, para lograr ese objetivo, primero hay que aprender a escribir y estructurar este tipo de libros.
En este artículo hemos repasado las principales técnicas para escribir guías y manuales, centrándonos sobre todo en la planificación del contenido.
Incluir ejemplos, elementos visuales y recursos como listas o gráficas, son aspectos fundamentales para garantizar que lo explicado, se entiende y es accionable por parte del lector.
Por último, no podríamos no mencionar la importancia de una buena impresión. No olvidemos que un manual o guía es un libro que se va a leer y usar mucho. El lector acudirá continuamente a las explicaciones, revisará los ejemplos y se dejará ilustrar por las imágenes que acompañen el texto. En consecuencia, una buena calidad de impresión, como la ofrecida por CoolLibri España, es clave para que el libro dure y enseñe durante mucho tiempo.