Si hay un viaje que te marcó especialmente, ¿por qué no contárselo al resto de la gente y transmitir tus emociones y aprendizajes? Escribir un libro de viajes o aventuras tiene esa capacidad para hacer que la gente conecte y quiera seguir pasando páginas para ver a dónde le llevan.
Sin embargo, no siempre es fácil dar forma literaria a un trayecto donde confluyen lugares, personas, objetos y momentos. Describir todo sin aburrir ni saturar, captando la atmósfera de los lugares, creando ritmo narrativo y enganchando al lector, tiene sus retos.
Grandes referentes de la literatura de viajes incluyen títulos como Hacia rutas salvajes, Siete años en el Tíbet, The Motorcycle Diaries, Tracks o Out of Africa, que muestran diferentes formas de combinar aventura, reflexión personal y documentación cultural.
¿Por qué escribir un libro de viajes o aventuras?
Cada cual tiene sus motivaciones para escribir un libro de viajes o aventuras, pero una de las principales es convertir el viaje en una experiencia de transformación personal que pueda ser compartida.
Un gran ejemplo de ello es Wild de Cheryl Strayed, que se convirtió en un best seller entre mujeres que no solo leyeron el libro, sino que también realizaron la misma ruta que la autora, inspiradas por su historia de autodescubrimiento.
Para lograr esa conexión no basta con compartir la ruta, restaurantes que probar o dónde comprar las entradas para las principales atracciones turísticas, el relato personal debe vertebrarlo todo.

El equilibrio entre relato personal y valor para el lector
El relato personal debe estar presente al escribir un libro de viajes o aventuras. Piensa que, de no haber un “yo” que cuenta su viaje, solo serías un guía turístico explicando la historia y anécdotas de un lugar o la manera más rápida de llegar de un sitio a otro.
En cambio, lo personal hace que cada viaje sea único y aporte valor a los lectores.
Pero ese “yo” no puede ocuparlo todo. Un libro de viajes o aventuras funciona cuando la experiencia individual se convierte en un billete para que el lector se embarque también en ese viaje.
Para equilibrarlo, piensa en tu viaje como una materia prima y en el lector como alguien que busca aprender, sentir o descubrir algo gracias a ella. Imagina que es tu compañero y que vas contándole cómo está siendo el viaje para ti.
En definitiva, cuando te sientes a escribir tu libro de viajes o aventuras, no dejes nunca de preguntarte: ¿qué aporta esto al lector además de contar algo sobre mí?
En lugar de decir “fui a tal sitio”, muestra por qué ese lugar importa, qué revela de la historia local, qué dificultad superaste para llegar o qué descubriste que el lector podría aplicar a su propio viaje, real o metafórico.
Recursos para documentar tus viajes y organizar el material
Tenemos la costumbre de hacer miles de fotos durante un viaje, pero, para poder luego escribir un libro sobre él, necesitas algo más que imágenes.
Las imágenes son un buen punto de partida para recordar qué viste o incluso qué sentiste. Sin embargo, tener una nota de voz o algo escrito sobre cómo te estabas sintiendo es una fuente mucho más directa y que podrás aprovechar como base para el libro.
Algunos recursos útiles son:
- Diarios de viaje: en los que vayas guardando mapas, billetes o folletos, pero donde también puedas escribir reflexiones rápidas al final del día.
- Aplicaciones de geolocalización: para registrar lugares concretos que a lo mejor no aparecen en los mapas o de los que luego no te vas a acordar del nombre.
- Notas de voz: las puedes grabar con tu móvil o con una grabadora profesional. No es importante la calidad, sino la posibilidad de guardar, al momento, tus pensamientos más profundos.
- Cuadernos de campo: no tanto para escribir un diario, como para anotar nombres de personas con las que hables, frases textuales (si no las grabas) o descripciones breves de personas y lugares. Estos detalles humanizarán el libro y aportan autenticidad, además de ayudarte a recordar quién dijo qué semanas o meses después.
Otro consejo es, en la medida de lo posible, ordenar el material mientras viajas. En lugar de ir añadiendo todo a una carpeta o grabar audios sin orden aparente, añade fechas, títulos o lleva un pequeño “archivo” que te ayude a reconstruir el itinerario sin lagunas.
En cuanto a qué documentar, todo depende de tu estilo como autor y de a qué le des importancia. No obstante, te recomendamos registrar detalles sensoriales como olores, sonidos, texturas, temperaturas, choques culturales, silencios incómodos o risas inesperadas. Son elementos que las cámaras no capturan y que, al escribir, pueden convertirse en la diferencia entre un relato plano y uno vívido.
Tipos de libros de viaje: guía, crónica, diario, novela
Según qué y cómo quieras escribir, terminarás eligiendo un tipo de libro de viaje. Aunque el relato personal esté presente en todos los formatos, hay algunos en los que el “yo” será más lírico o incluso ficticio.

Guía de viaje con un toque personal
Cuando hablamos de escribir una guía de viaje, no nos referimos a una como las de Lonely Planet o Rough Guides, en las que hay información exhaustiva, dirigida a quienes viajan con mochila y que incluyen mapas detallados, itinerarios sugeridos y consejos prácticos. Hablamos de una guía más personal en la que no falte el relato personal.
No quieres dar consejos sobre cómo viajar mejor, sino explicar cómo viajaste tú y qué hiciste. Sin embargo, frente a otros libros de viaje, la guía sí tiene un carácter más práctico y se estructura de una manera puramente cronológica. Eso sí, siempre dejando ver opiniones personales y no simplemente checklists de qué ver.
Un buen ejemplo del estilo que quieres lograr está en los artículos de la revista Traveller. Lejos de describir lugares, narran experiencias.
Para que aprecies bien la diferencia, compara estos dos textos sobre Venecia, uno del National Geographic, que crea guías más tradicionales, y otro de Traveller, con un estilo más personal y experiencial:
Cantabria ha cumplido con el sueño de todos de estirar las vacaciones para que la vuelta a la rutina se retrase todavía un poco más y será el único lugar de España donde las vacaciones durarán hasta el 7 de noviembre. La magia en el calendario ha sido posible gracias a la campaña Cantabria, Abierto por Vacaciones, que incluye descuentos del 70% en la compra de entradas a las tres instalaciones turísticas insignias del turismo cántabro (Parque de la Naturaleza de Cabárceno, Teleférico de Fuente Dé y Cueva El Soplao) siempre y cuando se pernocte en cualquiera de los alojamientos del territorio.
– Cantabria está abierto por vacaciones, de National Geographic
Cantabria no se acaba en Santillana del Mar ni en el parque de Cabárceno. Más allá de sus clásicos imprescindibles, la región despliega un mapa de experiencias capaz de seducir a sibaritas, familias con niños, amantes del deporte, curiosos de la historia y viajeros inquietos. He aquí algunas de esas joyas inesperadas que esperan ser descubiertas.
La crónica de viajes
La crónica es un género literario en sí mismo, aunque hay quien lo considera más bien periodístico. Siendo así, no te sorprenderá saber que la crónica aspira a la objetividad. Se trata de observar y relatar lo que se observa.
Es un género híbrido porque la información periodística se combina con recursos literarios y son la interpretación personal del autor, ofreciendo una visión más detallada y subjetiva que una noticia.
Ejemplos de crónicas los encuentras en los muchos blogs de viajes, pero no en todos. Crónica no es un artículo de “10 cosas que ver en Roma”. Una crónica contempla y relata lo contemplado desde una primera persona.
Un gran cronista de viajes, Paul Theroux, relataba así su viaje a la Patagonia:
“Tan solo la paradoja patagónica. Flores diminutas en un vasto espacio. Para permanecer aquí había que ser miniaturista o, si no, estar interesado en enormes espacios vacíos. No existía una zona intermedia de estudio. Una de dos: la enormidad del desierto o de una pequeñísima flor. En la Patagonia era preciso elegir entre lo minúsculo o lo desmesurado.”
Diario de viaje
Muchas personas escriben un diario durante su viaje, donde incluyen reflexiones y guardan billetes, folletos o incluso hacen algún boceto rápido de lo que están viendo.
Al ser un diario, debe ser cronológico y apoyarse en la inmediatez, en las ideas frescas, en las emociones sin filtrar y en los detalles que difícilmente recordarías semanas después. Esa espontaneidad es su mayor valor, pero también su principal desafío cuando quieres convertirlo en un libro.
Para que un diario de viaje funcione como obra publicable, es necesario reescribirlo con intención literaria, porque nadie quiere leer palabras sin sentido y frases inconexas. Esto implica pulir la voz narrativa, seleccionar únicamente los episodios que aportan algo al lector y eliminar repeticiones o rutinas que, aunque formen parte del viaje real, no suman a la lectura.
No se trata de inventar para “romantizar” o embellecer, sino de dar forma para que las anotaciones sueltas se conviertan en escenas, las reflexiones dispersas en un hilo temático y listas de cosas vistas en momentos significativos.
Si escribes un diario, libros como Diario de un nómada muestran cómo combinar observación detallada, vivencias personales y reflexión para crear un relato auténtico y cautivador.
Novela de viaje
La novela es, quizá, el formato más libre para contar un viaje. Las experiencias personales se ficcionan para dar un aire más lírico, y no tan objetivo, al texto.
A diferencia de la guía, la crónica o el diario, aquí no tienes la obligación de ceñirte a la realidad ni de seguir un itinerario exacto. Puedes inspirarte en tu experiencia, pero transformarla, fusionando lugares y tiempo, e incluso inventando personajes. La novela Wild que antes mencionábamos hace justamente eso, ya que la protagonista viaja y narra el presente de su ruta, pero también hace saltos temporales a su pasado.
En la novela de viaje, el “yo” puede ser tú o puede ser un personaje completamente ficticio. No obstante, sí es recomendable que todo parta de un viaje que tú has hecho.
La novela de viaje te ofrece la posibilidad de explorar temas universales (la identidad, el duelo, la libertad, el descubrimiento, el amor, la fuga, la amistad inesperada) sin estar limitada por los episodios reales de tu travesía. Puedes usar tus recuerdos como materia prima, pero modelarlos para construir una historia más redonda y emocionalmente poderosa.
Eso sí, incluso cuando inventas, el lector busca verosimilitud. La documentación sigue siendo importante, aunque no seas fiel a los hechos. Por ejemplo, no será verosímil que tu novela de viajes hable sobre el Camino de Santiago y que la protagonista nunca mencione que tiene dolor de pies o que está siendo un camino de rosas.
Cómo estructurar tu libro: del itinerario a la historia
A la hora de escribir un libro de viajes o aventuras y tener delante de ti todos los materiales que has ido guardando y ordenando, te enfrentarás a la pregunta de cómo darle a todo eso forma de historia.
Vayamos paso a paso.

Elegir un hilo conductor o tema central
Lo primero que debes hacer es elegir un hilo conductor que estructure todo el libro de viajes. Este hilo dará un sentido al texto, evitando digresiones porque siempre tendrás un punto al que volver.
Por ejemplo, si tu hilo conductor es la cronología de un itinerario, cuando te pongas a narrar la exploración de un lugar y esto te lleve a pensar en otro lugar que visitaste después, el hilo conductor (es decir, la cronología) tirará de ti para que vuelvas al momento inicial y no te adelantes.
¿Cuál puede ser tu hilo conductor o tema central?
- Cronología: como decíamos, lo que conduce tu obra puede ser el orden de lo que fue ocurriendo. Suele ser lo recomendable para diarios de viaje y guías.
- Temas o motivos personales: en vez de seguir un orden temporal, puedes organizar el libro en torno a un tema que recorra toda la experiencia. Puede ser la búsqueda de identidad, como en Come reza ama, o superar un duelo, como en Wild.
- Lugares o espacios específicos: en este caso, lo importante es el sentido de lugar. Este enfoque funciona muy bien en crónicas y libros más contemplativos, donde el paisaje o la cultura locatienenne un papel protagonista.
- Encuentros con personas: puedes articular el libro a través de las personas que conoces en el camino, como un guía, un conductor de autobús, una familia que te hospeda, una amiga improvisada, un desconocido con el que compartes trayecto. Este enfoque aporta ritmo, humanidad y variedad.
- Un objetivo concreto: la narrativa se apoya en el impulso de llegar a algo, lo que genera tensión y sentido de progreso. Un ejemplo sería seguir un recorrido histórico o mítico, como recorrer la Ruta de la Seda o el Camino de Santiago, donde cada ciudad visitada aporta aprendizajes y encuentros inesperados. La meta final no es solo física (llegar a un lugar), sino simbólica porque demuestra el logro.
- Un problema o pregunta a resolver: el libro comienza con una pregunta, como “¿por qué este lugar atrae a tanta gente?”, “¿cómo se vive realmente en un territorio del que solo escuchas tópicos?”, “¿qué significa frontera?”. El viaje se convierte entonces en la búsqueda de esa respuesta y de esa reflexión.
Dar vida a los escenarios y las culturas
Para realmente escribir un libro de viajes o aventuras y no una simple guía turística, debes dar vida a los escenarios y culturas.
No solo describirlos, sino narrarlos para no quedarte en lo superficial o, peor, en lo estereotípico. Estos son algunos consejos para lograrlo:
- Observa con todos los sentidos: no te limites a describir cómo se ve un lugar. Habla de cómo huele, cómo suena, qué textura tiene el aire, qué sabores dominan, qué ritmos marcan la vida diaria. Tendrás como resultado una narrativa sensorial capaz de transportar al lector. Por ejemplo, el desierto del Sahara es silencioso y parece “permanente”, pero puedes observar y registrar el color de la arena al atardecer o los sonidos del viento.
- Incluye detalles pequeños, no solo panorámicas: todo el mundo sabe cómo es el Coliseo de Roma. Lo que tú puedes aportar es el detalle, no una imagen de postal. El Machu Picchu puede ser espectacular, pero lo que hizo tu visita única es la anciana a la que se le escapó una lágrima al verlo por primera vez.
- Evita los tópicos y busca lo inesperado: si hablas de París, no te quedes en los croissants. Si hablas de Nepal, no hagas solo referencia al Himalaya. Fíjate en aquello que despertó tu asombro, que contradijo tus ideas previas o que te obligó a mirar de nuevo para darte cuenta de tus prejuicios.
- Aporta contexto sin dar lecciones: explica costumbres, datos culturales, momentos históricos o tradiciones, pero intégralos en la escena, no como un párrafo suelto de Wikipedia. Si un ritual te marcó, cuenta cómo lo viviste tú mientras explicas su significado.
- Incluye voces locales: una frase escuchada en un mercado, una conversación con un taxista, una historia que te contó alguien del lugar. Las voces de quienes viven allí añaden autenticidad y rompen la visión del viajero como único narrador.
- Retrata las contradicciones: todas las culturas tienen tensiones, matices, luces y sombras. Mostrar solo lo bonito o solo lo difícil crea una imagen incompleta. El equilibrio (entre modernidad y tradición, pobreza y riqueza, calma y caos) da verdad y complejidad.
Crear tensión narrativa incluso sin ficción
Si alguna vez has ido a presentaciones de libros de viajes o en festivales de narrativa de viajes, te habrás dado cuenta de que los autores, cuando les piden que definan su libro, intentan hacerlo desde el suspense, subrayando el reto que fue o lo mucho que les cambió.
¿La razón? Incluso cuando todo ha ido bien, la tensión narrativa despierta el interés del lector. Esto es clave para que elija leer tu libro y para que siga pasando las páginas.
Pero no es tan fácil crear suspense al escribir un libro de viajes o aventuras y no un thriller. ¿Cómo generar tensión de una situación común como haber perdido un bus? Te damos algunos consejos:
- Pon el foco en lo que está en juego: la tensión nace cuando el lector entiende qué puedes ganar o perder (tiempo, dinero, seguridad, una oportunidad única, una conexión emocional, un sueño personal). Perder un bus importa más si eso significa quedarte incomunicada o perder la única ocasión de ver un fenómeno natural.
- Escribe la escena en tiempo casi real: divide el momento en microacciones escritas con frases muy cortas. Agiliza la lectura y aumenta la tensión, como si el lector estuviera viviendo la escena contigo.
- Aprovecha el entorno como obstáculo: el clima, la lengua, el transporte, una indicación confusa, un mapa mal hecho, una multitud… Los escenarios pueden funcionar como fuerzas que dificultan tu avance, generando un pequeño conflicto sin necesidad de inventar nada.
- Muestra tus emociones contradictorias: la tensión surge del choque entre lo que quieres hacer y lo que puedes hacer. Ansiedad, prisa, ilusión, miedo, rabia, culpa o vergüenza son motores narrativos potentes, siempre que se muestren con honestidad.
- Dosifica la información: no cuentes el final de la escena al inicio. Si te perdiste, empieza narrando la sensación de desorientación y retrasa la explicación de cómo saliste del laberinto.
Ejemplos de libros de viajes que inspiran
Si quieres mejorar tu manera de escribir libros de viajes y aventuras, lee a otros autores que son referentes en este campo. Te inspirará, te darán ideas y podrás entender cómo aplicar algunos de los consejos que hemos dado.

En la Patagonia de Bruce Chatwin
Chatwin convierte su viaje por el extremo sur del mundo en una exploración híbrida entre crónica, ensayo y relato personal. Su hilo conductor (un trozo de piel de diez centímetros cuadrados entregado a su abuela como regalo de bodas) le permite articular un libro lleno de anécdotas y encuentros que aportan profundidad cultural.
Además, Chatwin evita la cronología estricta y opta por una estructura fragmentada que crea tensión narrativa. Cada capítulo es una pieza que encaja dentro de un mosaico mayor. Este montaje le permite mostrar la región como un territorio lleno de contradicciones, mitos y gestos cotidianos.
Eat, Pray, Love (Come, reza, ama) de Elizabeth Gilbert
Gilbert construye su libro alrededor de un hilo conductor claro: sanar tras un divorcio mediante un viaje dividido en tres territorios y tres aprendizajes.
Su estructura temática (placer en Italia, espiritualidad en la India, equilibrio en Indonesia) convierte la crónica de un viaje personal en una guía emocional para el lector. Ese enfoque muestra cómo el valor del libro no está solo en los lugares, sino en cómo esos lugares reflejan una transformación interior.
Además, Gilbert narra con honestidad sus dudas, miedos y contradicciones, lo que crea tensión emocional sin necesidad de grandes aventuras. La autora incorpora voces locales y detalles sensoriales que dan vida a escenarios que podrían parecer turísticos.
El río de la luz de Javier Reverte
Reverte era un maestro de la crónica viajera. Observa, investiga y narra sin perder la perspectiva personal. En este libro, el hilo conductor es una ruta por los grandes ríos del noroeste estadounidense y Canadá. Cada tramo le sirve para entrelazar historia, geografía, cultura indígena y reflexiones propias.
Su equilibrio entre información y emoción convierte el viaje en un relato instructivo sin sonar nunca académico.
Además, Reverte aplica muy bien la tensión narrativa. No dramatiza, pero sí muestra los esfuerzos, la soledad del viajero, los imprevistos y la dureza del territorio. Sus descripciones sensoriales y su capacidad para captar voces locales permiten al lector comprender los lugares desde dentro.
A Walk in the Woods (Un paseo por el bosque) de Bill Bryson
Bryson combina humor, autoironía y datos curiosos para narrar su intento de recorrer el Appalachian Trail.
El hilo conductor es claro: el desafío físico y logístico del camino. Pero lo que hace memorable el libro es su habilidad para convertir cada pequeño problema en tensión narrativa ligera y divertida, demostrando que no hacen falta grandes peligros para mantener el interés.
Además, Bryson integra al paisaje como personaje. Alterna anécdotas personales con información sobre fauna, flora, políticas ambientales y la historia del sendero. Su mirada es crítica y humorística a la vez, lo que evita el estereotipo del “viajero iluminado” y lo acerca al lector desde la imperfección.
A Beginner’s Guide to Japan de Pico Iyer
Iyer no escribe un libro de viaje tradicional, sino una colección de observaciones breves que capturan las contradicciones y sutilezas de Japón. Su hilo conductor es la curiosidad.
Este formato demuestra que un libro de viajes no necesita seguir una ruta ni una cronología para tener coherencia. Basta con una mirada profunda y un tema central bien definido.
El libro destaca por evitar clichés y mostrar Japón desde lo inesperado. Iyer incorpora detalles sensoriales, voces locales y reflexiones íntimas sin caer en explicaciones grandilocuentes. Su escritura demuestra cómo la tensión narrativa puede surgir de lo mínimo y cómo un viajero puede ofrecer valor al lector simplemente compartiendo una forma distinta de mirar.
Escribir un libro de viajes o aventuras para narrar experiencias e itinerarios
Escribir un libro de viajes o aventuras es mucho más que relatar un itinerario o enumerar lugares visitados. Se trata de transformar tus experiencias personales en historias capaces de emocionar, enseñar y transportar al lector a través de tus ojos.
Desde el relato personal hasta la tensión narrativa, pasando por la documentación minuciosa y la mirada sensible a culturas y escenarios, cada elección que hagas influirá en cómo tu libro conecta con quienes lo leen.
La escritura de viajes exige paciencia y criterio, pero también permite explorar la propia historia, el aprendizaje y la transformación personal, conectando con los lectores de manera profunda y sincera.
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